Felip Pedrell (Ramon Casas) La Celestina
tragicomedia lírica en cuatro actos

Libreto y música: Felip Pedrell

Teatro de la Zarzuela
(Madrid, 9 y 11 de septiembre de 2022)


Una crítica de
Miccone

En su relato sobre La marsellesa en Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig nos recuerda: ‘A la larga, la energía innata de una obra no se puede ocultar ni desoír. Una obra de arte puede olvidarse con el tiempo, puede ser prohibida y rechazada, pero lo esencial acaba siempre por arrebatar la victoria a lo efímero’. Efectivamente, siempre existen razones que nos ayudan a entender por qué pudo ser olvidada una obra: desde la censura política más ramplona, a motivos de orden estético y/o social. En el mundo de la ópera, desde hace décadas y gracias al interés de agentes culturales diversos (entre ellos algunos sellos discográficos de encomiable labor), se ha terminado imponiendo la ‘recuperación patrimonial’ como una de las tareas indefectibles para orquestas y teatros. Recuperaciones que comprometen importantes sumas de presupuesto y que, naturalmente, implican un margen de riesgo o error.

Miren Urbieta-Vega (c. Elena del Real)Desde la temporada pasada y a pesar del éxito de La tempestad (Chapí), María del Pilar (Giménez) o Las Calatravas (Luna), el Teatro de la Zarzuela ha apostado su ciclo de recuperaciones en versión de concierto a una única carta: las óperas nacionales de finales del siglo XIX y principios del XX. En mis reseñas anteriores sobre Circe (Chapí) y Tabaré (Bretón) ya lo advertí: de los maestros de la Generación de la Restauración que no busquen los tesoros perdidos en sus megalómanas óperas ‘grandes’ de regusto snob; hay más poesía y arte ‘esencial’ en la romanza de El barquillero o en la soleá de La verbena de la Paloma que en toda Circe o Tabaré. En el caso de Pedrell, un músico de menguada experiencia escénica, el naufragio era previsible y con el estreno de su inédita Celestina se han confirmado los presagios: estamos ante una obra soporífera y antiteatral. Una partitura cuya prosodia ortopédica termina resultando insoportable y en la que solo encuentro destellos de factura correcta en la instrumentación, en algunos pasajes del coro innegablemente vistosos o en el delineado temático-rítmico del personaje de la alcahueta.

Pedrell no acierta a condensar la obra de Rojas en un texto operístico consistente (incluyendo falsos y risueños arcaísmos léxicos de invención propia) y su partitura, definitivamente, no impulsa un drama cuyo original podría resultar tan potente y atractivo. Así pues, quienes aguardábamos descubrir un Tristán ‘a la española’, contemporáneo a Tosca, Salome o Pelléas, nos tuvimos que conformar con la tercera píldora anestésica de ópera nacional. La homilía de Emilio Casares en el canal de Youtube de la Zarzuela nos informa de que estamos ante ‘lo mejor de nuestra historia operística’, una boutade que nos hace estremecer pensando en recuperaciones de obras con ‘energía innata’ (volviendo a la cita de Zweig) como El juramento, Curro Vargas o Las bribonas. En este contexto de ‘falsas recuperaciones’ (ya que no se plantea una permanencia escénica y ni tan siquiera las obras se graban), las malas óperas de Chapí, Pedrell y Bretón volverán a dormir el sueño de los justos –un letargo que ellas mismas provocan– para, seguramente, no volver a despertar jamás.

Celestina, Coro titular del Teatro de la Zarzuela (c. Elena del Real)

La necropapiloscopía de La Celestina ha sido posible gracias a la labor del ICCMU y al trabajo –descomunal, sin duda– del editor David Ferreiro Carballo. La partitura de Pedrell es muy extensa así que, como en el caso de Circe o Tabaré, se presentó muy mutilada. La lectura del maestro Guillermo García Calvo fue medida, necesariamente reposada, para que los cantantes pudiesen solfear un texto musical que en su enorme complejidad no pudo ser interiorizado. Así, tan solo destacó la entregada labor de Miren Urbieta-Vega como Melibea junto a la cual volvió a perder la voz –como en Tabaré– el tenor Andeka Gorrotxategui. Maite Beaumont defendió el rol de Celestina, que tuvo que aprender en apenas dos semanas ante la espantada de Ketevan Kemoklidze. Lo mejor de la noche, a mi entender, fue el coro titular del Teatro de la Zarzuela, dirigido por Antonio Fauró, que por fin se presenta en toda su magnitud después de las restricciones impuestas por la Covid.

© Miccone and zarzuela.net, 2022


Reparto: Maite Beaumont (Celestina), Miren Urbieta-Vega (Melibea), Andeka Gorrotxategui (Calisto), Juan Jesús Rodríguez (Sempronio), Simón Orfila (Parmeno), Sofía Esparza (Lucrecia), Lucía Tavira (Elicia), Gemma Coma-Alabert (Areúsa), Javier Castañeda (Pleberio), Mar Esteve (Tristán), Isaac Galán (Sosia). Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, Orquesta de la Comunidad de Madrid, d. mus. Guillermo García Calvo

Celestina (Teatro de la Zarzuela)

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Celestina, escena V (YouTube)
portada de zarzuela.net

13/IX/2022