Carmen Romeu como picante cupletista francesa y como muchacha andaluza hechizada de amor en el programa doble del Teatro de la Zarzuela (foto Jesus Alcantara / Teatro de la Zarzuela)

El trust de los Tenorios
Música: José Serrano
Libro: Carlos Arniches y
Enrique García Álvarez
El puñao de rosas
Música: Ruperto Chapí
Libro: Carlos Arniches y
Ramón Asensio Mas

Teatro de la Zarzuela, Madrid
6 de Noviembre de 2011


Christopher Webber opina...


Sobre el papel este programa doble resultaba muy dispar… una revista madrileña frívola recuperada tras décadas de olvido sirviendo de guarnición a una de las más serias zarzuelas chicas de ambientación andaluza. Si bien es cierto que en ambos títulos comparte autoría el gran sainetero Carlos Arniches, debo confesar que mi estado de ánimo antes de que se alzara el telón se acercaba más a la pura curiosidad que al intento de satisfacer unas expectativas.

Mucha gente que no sabía nada sobre la primera pieza sí que conocía en cambio un número aislado de El trust de los Tenorios (1910), la breve jota cantada por un tenor que encarna a un Aragonés durante el disparatado concurso internacional de comparsas del carnaval veneciano. Muy impactante resultó también en el teatro, donde fue interpretada con resonante aplomo por Julio Morales quien habría merecido regalar el bis que se le demandó, algo que tristemente no tuvo lugar. Qué fascinante resulta ver este olvidado sainete revisteril al completo. El argumento ligero y ligeramente ingenuo -hay que admitirlo- nos presenta al Secretario del Trust en cuestión recorriendo el planeta mientras huye a hurtadillas con su mujer a cuestas para ponerla a salvo de los propósitos seductores de un vengativo compañero de club. Este es un mero pretexto para una serie de divertissements ligeramente eróticos y totalmente absorbentes ambientados en París, Venecia… y en un Oriente extrañamente compuesto de la India de Lakmé, el Egipto de Aida y una especie de Arabia de El Rastro.

José SerranoJosé Serrano nos ofrece una rica colección de perlitas que incluyen una pegadiza Tarantella, una Danza Húngara y un Baile Inglés yanqui (en el cuadro parisino), un vals vienés, la aludida jota aragonesa y un coro de cazadoras argentinas (durante los cuadros venecianos) y algunas danzas y canciones rituales parcialmente pentatónicas en el Finale oriental. No encontramos ningún número hueco, y aparte de "la jota", uno en particular -el de las divetas argentinas- sobresale por su belleza y su encantadora delicadeza, anticipando el conmovedor aroma del Serrano "maduro" presente en posteriores obras maestras del compositor como La canción del olvido y Los claveles.

La producción presentó una mezcla de proyecciones y elementos escenográficos corpóreos sobre los que discurrió la deslumbrante exhibición de trajes y coreografías, que fueron -como la música- la esencia de este espectáculo. Tuve la suerte de disfrutar de todos y cada uno de los minutos del espectáculo y la sensación de entusiasmo que se comunicaba de cada lado del proscenio al opuesto se combinó para hacer posible una de esas horas mágicamente deslumbrantes que sólo la zarzuela puede ofrecer. No podemos dejar de mencionar la contribución como solista de María Elena García -de ágil y acaramelado instrumento- en los grandes números para las coristas argentinas e hindúes aunque sólo sea porque, desconcertantemente, el programa de mano no incluye su biografía. Deseamos lo mejor para esta joven soprano de dulce colorido vocal.

José Luis Patiño en El Trust de los Tenorios (foto Jesus Alcantara / Teatro de la Zarzuela)

Con el que es el primer gran montaje de El puñao de rosas (1902) que muchos han podido disfrutar durante su vida como aficionados, la noche cambió de tono desde lo ¿simplemente? disfrutable a lo memorable y, por qué no, a lo importante. Importante dado que esta producción bellamente preparada desmintió la vieja y heredada aseveración académica de que la historia de la ópera española comienza y termina en 1913 con La vida breve de Falla. Sus costumbres andaluzas y el retrato intensamente realista de una horrible y dura vida campesina sin esperanzas, su argumento basado en la seducción frustrada de una chica labradora a manos de un señorito irresponsable (el hijo del terrateniente), las inflexiones gitanas tanto en la música como en el habla, hacen en conjunto de El puñao de rosas -como también le ocurre a La tempranica de Giménez dos años más antigua- un paso insoslayable en el camino que conduce a la ópera de Falla.

Ruperto ChapíRuperto Chapí no tenía el genio ardiente de Falla. Lo que sí que tenía era un gusto, una técnica, una facilidad melódica comparable a la de Massenet o Mascagni, una ingenuidad formal y armónica, y lo más importante de todo, un magisterio del teatro muy por encima del que el joven Falla (con todo el poder de su música) llegaría a alcanzar en fases mucho más tardías de su carrera. Los dos dúos jondos y fluidos que canta la heroína Rosario, uno con el señorito y el otro con el rudo y corto Cuasimodo rural con quien tapa su affair, nos muestran a un Chapí en el cénit de su capacidad de asumir riesgos y de atrapar al espectador. Las ilustraciones corales desarrolladas en escena o fuera de ella son de una memorable intensidad (Cavalleria Rusticana nos viene a la memoria constantemente, entre otras cosas por el patrón melódico del motivo conductor de Rosario que recuerda al de Santuzza). Hay varios momentos que evocan el mismo mundo sonoro rotundo y cálido del Falla de La vida breve o de El amor brujo. Un momento en particular es impactantemente premonitorio de, por ejemplo, la Voz de la Fragua de Falla: cuando el desafortunado Tarugo se da cuenta de que se han reído de él, podemos escuchar el lamento de un arriero "¡Malhaya tu suerte perra! Siempre solo y siempre andando por atajos y veredas". Nadie muere, pero a su modo la tragedia rural de Chapí y Arniches tiene un final tan devastador como el que ideara Fernández Shaw para Falla.

Carmen Romeu y Marco Moncloa en El puñao de rosas (foto Jesus Alcantara / Teatro de la Zarzuela)Rosario es una víctima menos pasiva y más inteligente que Salud, abierta a la posibilidad de una vida fuera del reducto de su clase, aunque no llegue a creer de veras en ella; y Carmen Romeu (que recientemente fue Fiordiligi en Roma) despliega su pulida y rotunda voz de soprano y un considerable talento actoral para perfilar un retrato emotivo. El siempre excelente Marco Moncloa lanzó con poderío el lazo con su baritonal grito al encarnar al Señorito, mientras que Julio Morales construyó un brutal y sobresaliente Tarugo, a la par siniestro y conmovedor. Chapí tuvo una buena idea otorgando estas últimas características al rol del tenor en vez de las de un amante afable. No hay que olvidar tampoco el apoyo de Aurora Frías como Carmen con toda su agilidad dramática, vocal y coreográfica.

El sencillo escenario giratorio nos muestra una cabaña campesina excavada en la roca y un macizo rocoso, tal y como pide la trama. La exquisita atención desplegada por Luis Olmos en su última producción al frente del Teatro se hace extensiva a la detallada y sensible dirección de las escenas dialogadas en dialecto andaluz y al celo puesto en la actuación actoral. No da la sensación de que los parlamentos sean entendidos como un modo de hacer tiempo entre número y número, algo que está en sintonía con la gran calidad de los diálogos firmados por Carlos Arniches. Nunca he escuchado a la orquesta titular tocar como lo hace bajo la batuta de Cristóbal Soler, cuyos tempi son perfectos y cuyo pulso es tan persuasivo y flexible en su justa medida. El nuevo director musical va a convertirse en un gran activo para La Zarzuela. Y no me duelen prendas para reconocer, como cabría esperar, que el trabajo del Coro del Teatro resulta en todo momento emocionante y preciso, algo que ha sido norma durante el periodo en que lleva siendo comandado por Antonio Fauró.

Muchas producciones del Teatro de la Zarzuela me han sorprendido, encantado y emocionado a lo largo de los años, pero en contadas ocasiones me han llegado tan hondo como ahora. Lo que a priori parecía un emparejamiento incogruente -un bomboncito del Serrano joven, sólo famoso por una breve pieza de lucimiento para tenores, unido a una tragedia verista de Chapí de la que a pesar de gozar de fama apenas se tenía recuerdo vivo de su puesta en escena- en la práctica se convirtió en un auténtico triunfo. La zarzuela se halla suspendida entre un polo de agradable frivolidad y otro de profunda tragedia, pero es muy poco frecuente ver yuxtapuestos ese norte y ese sur de un modo tan directo y memorable como éste

© Christopher Webber 2011
Traducción española © Ignacio Jassa Haro 2011


El trust de los Tenorios / El puñao de rosas (Teatro de la Zarzuela )El Trust de los Tenorios. Reparto: RANDILLA Juan Viadas; CABRERA Cipriano Lodosa; SABOYA José Luis Patiño; ISABEL Concha Delgado; ARTURO / BATURRO Julio Morales; EL MAÎTRE D’HOTEL Luis Romero; UNA CUPLETISTA / Carmen Romeu; VENECIANA 1ª/YON GÜELL Daniel Huerta; YANSEN Alberto Ríos; BRUCTON Román Fernández-Cañadas; CAMARERA 1ª Sonia Castilla; CAMARERA 2ª Encarna Piedrabuena; LA BELLA CUCÚ Virginia Flores; CAZADORA ARGENTINA / DONCELLA INDIA Mª Elena García; VENECIANA 2º Begoña Navarro; VENECIANA 3º Ana Mª Ramos; SIRKA Iván Luís; RAMA-KANA Graciela Moncloa; GUARDIA / CAMARERO / MÁSCARA 1ª Roberto Da Silva; PASTOR PROTESTANTE / MÁSCARA Luis E. González; MOZO /CABALLERO / MÁSCARA David Martín; VIAJERO / CABALLERO / GONDOLERO José Antonio Cobián; FIGURACIÓN Sonia Castilla, José Antonio Cobián, Roberto Da Silva, Luis E. González, David Martín, Encarna Piedrabuena
El Puñao de Rosas. Reparto: ROSARIO Carmen Romeu; SOCORRO (UNA GITANA) Julia Arellano; CARMEN Aurora Frías; EL SEÑÓ JUAN Chema de Miguel; JOSÉ ANTONIO José Luis Patiño; TARUGO Julio Morales; PEPE Marco Moncloa; FRASQUITO Juan Viadas; MOZO 1º Roberto Da Silva; MOZO 2º Iván Luís; UN CARRETERO Carlos Durán; CAZADOR 1º Daniel Huerta; CAZADOR 2º Alberto Ríos; CAZADOR 3º Román Fernández-Cañadas; BAILARINES Carmen Angulo, Cristina Arias, Elena Cabezas, Olga Castro, Alberto Ferrero, José Merino, Eva Pedraza, Luis Romero, Esther Ruiz, Javier Sánchez

Luis Olmos - dirección de escena; Juan Sanz y Miguel Ángel Coso - escenografía; María Luisa Engel - figurines; Fernando Ayuste - iluminación; Fuensanta Morales - coreografía; ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, CORO DEL TEATRO DE LA ZARZUELA (Antonio Fauró, dirección del coro). Cristóbal Soler, director musical

Edición de El trust de los Tenorios: Claudio Prieto (Ediciones Fundación Autor / ICCMU 2011) Revisión dramatúrgica: Luis Olmoss


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YouTube - video promocional del montaje
José Serrano
Ruperto Chapí
Carlos Arniches
portada de zarzuela.net

11-XI-2011