La del Soto del Parral regresa al Teatro de la Zarzuela en un nuevo montaje tan solo diez años después de que se viera por última vez en este escenario. Tal es la popularidad de la obra con música de Soutullo y Vert estrenada en 1927. En esta ocasión la directora escénica es Amelia Ochandiano, destacada sobre todo por su trayectoria como bailarina y coreógrafa. Para esta producción se ha empleado una edición de la partitura firmada por el musicólogo Xavier de Paz. Hay mucha historia detrás de esta pieza, que recibió nada más y nada menos que tres estrenos en otras tantas versiones. La compleja génesis de la zarzuela ha sido explicada en detalle por nuestro editor madrileño Ignacio Jassa Haro en las notas al programa de mano que publica el teatro. La obra, tal y como hoy la conocemos fue vista por vez primera el 26 de octubre de 1927 en el Teatro de La Latina de Madrid pero ya había disfrutado de dos estrenos previos con diferentes títulos en Barcelona y Valencia. Poco después de su première en La Latina la pieza pasaría a los también madrileños teatros de Apolo y Fuencarral. Resultado de todo este proceso creativo es la zarzuela de ambientación segoviana que ha llegado a nosotros, ya sea con o sin la famosa romanza de tenor “Fuerza que me vence”, que a muchos les resultará familiar de grabaciones o conciertos y que pertenece a la zarzuela El último romántico (1928) de Soutullo y Vert. Posiblemente fue incluida aquí para satisfacer la demanda del público. La del Soto del Parral, con libreto de Fernández de Sevilla y Carreño, basa su trama argumental en un malentendido entre la pareja de agricultores formada por Germán y Aurora, complicado por la aparición del hijo del antiguo propietario de la explotación, Miguel. (Angelita, la causa del enredo amoroso jamás aparece, por su parte, en escena en la zarzuela.) Dos viejos parlanchines, un curandero bonachón (el Tío Sabino) y un poeticastro metementodo (el Tío Prudencio) vienen a añadir con sus intrigas complejidad a la historia. La zarzuela está en total sintonía con las piezas de ambientación regional de la década de los años 20 (de hecho varios cantables ensalzan directamente a Segovia) con varios números que huelen inequívocamente a esa época tanto en estilo como en orquestación. Puede que no tenga una música de tanto ascendiente folclórico como las obras de, pongamos por caso, un Guridi, pero la partitura está agraciada de una cualidad dramática a la par que cómica que va creciendo conforme avanza la acción. Y es que La del Soto del Parral, gracias a la rica inventiva de Soutullo y Vert, logra dotar a sus vívidos números de un sentido casi verista. El dúo del acto II entre el agricultor y su esposa es una pieza de grandes proporciones emotiva y muy linda. Algunos coros y dúos cómicos resultan más convencionales como el número introductorio de la zarzuela, aunque luego un coro más llamativo nos sorprende casi al final del acto I (con las mujeres y los hombres empuñando respectivamente guadañas y flores en este montaje). Otro momento emocionante protagonizado por el coro sobreviene en el bien construido final del primer cuadro del acto II. La famosa romanza de barítono al comienzo de la obra, en la que Germán añora los buenos tiempos pasados ("Los cantos alegres") fue muy bien cantada por Juan Jesús Rodríguez en el reparto que yo presencié, a pesar de estar acompañada por alguna extraña razón por truenos, rayos y lluvia de verdad. Otros momentos felices de la partitura incluyen un saladísimo número al comienzo del acto II en el que el Tío Sabino "examina" a las mozas del lugar vestidas con llamativa ropa interior, que parece una suerte de versión arrevistada "años 20" de "Out if my dreams" de Oklahoma!. (Se da la circunstancia de que este número es la única incorporación musical completamente nueva de la tercera versión de la zarzuela.) Lo más extraño de todo el montaje fue el ballet de piernas masculinas desnudas sobresaliendo del suelo que fue acompañando a la caída de la hoja otoñal durante el intermedio del acto II.
El resto del reparto incluía a Ana Ibarra (Aurora) y Antonio Gandía (Miguel) que cantaron realmente bien, así como a Aurora Frías y Didier Otaola desempeñando admirablemente sus roles cómicos. El director orquestal Rubén Gimeno permitió que la orquesta se luciera, y el público disfrutó al máximo de la zarzuela desde que el telón se alzó. Aquellos que abominaban de los excesos cometidos en la Zarzuela por directores como Calixto Bieito debieron de encontrar, sin lugar a dudas, esta producción mucho más relajante. © Richard Traubner
2010 La del Soto del
Parral (Música: Reveriano Soutullo y Juan Vert; libro: Luis
Fernández de Sevilla y Anselmo Cuadrado
Carreño)
12/XII/2010 |