Centenario de Carlos Fernández Shaw Cuando el que les escribe llegó a los Teatros del Canal y vio que esta nueva Revoltosa era uno de los eventos centrales de los fastos para el Centenario Carlos Fernández Shaw, pensó: "¡Se lo podían haber ahorrado!". ¿En qué cabeza cabe que reponer una vez más entre mil este celebérrimo sainete en programa único -dieciséis funciones- sea un verdadero homenaje ? ¿Nadie pensó en la posibilidad de un programa doble con Las bravías, La chavala o El cortejo de la Irene ? El homenaje ha sido económico, sin duda, para la productora de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (con Jorge Culla como intendente) y para los Teatros del Canal (con Albert Boadella a la cabeza). Pero, en fin, no negaremos que si alguien ha salido ganando en esta Revoltosa han sido sus libretistas (¡hola, José López Silva!). El director de escena, Juan Carlos Pérez de la Fuente, ha mimado el libreto en su integridad, cronometrando las pausas y las entonaciones de sus sonoros versos. Después de ver la prosaica Luisa Fernanda de la Zarzuela se agradecen acercamientos más inteligentes a la materia teatral de la zarzuela. Disentimos, eso sí, en el tratamiento de alguna escena gratuitamente erótica que desentonaba sobremanera con el concepto global del espectáculo: muy tradicional aunque no por ello menos vívido. El espacio de corrala creado en la Sala Verde de los Teatros del Canal, con su colorido de naipes y mantones, concordó a las mil maravillas con esta Revoltosa de esencias populares; inolvidable, en este sentido, el segundo cuadro de la obra, con el famoso parlamento de Felipe y la discusión entre Cándido y Gorgonia. Es una lástima, eso sí, que el capítulo musical no haya discurrido al mismo nivel. La dirección de Miguel Roa con la JORCAM Académica fue pesante, poco avenida con la rapidez y la ligereza de la sainetesca escena. Desafinaciones escandalosas y entradas muy poco precisas no son de admitir en salas de primer nivel como ya es el Canal. El muy implicado Coro de la JORCAM (dirigido por Félix Redondo) no pudo terminar de templarse debido a los muy exigentes movimientos en escena y coreografías. Con todo, siempre es de agradecer ver a gente joven participando de la fiesta de la zarzuela. No tan jóvenes han sido los intérpretes, aunque todos ellos merecieron generosos aplausos por parte del público. Sandra Ferrández dibujó una Mari Pepa descarada que por momentos nos hacía pensar en la Carmen de Mérimée; a su lado no desentonó el a-romántico Felipe de Marco Moncloa, con demasiado bronce en el molde. Muy contenidos y efectivos fueron el Cándido y la Gorgonia de Paco Lahoz e Itxaro Mentxaka. Y es que en el sainete no todo es vociferar y moverse con aspavientos. Así, la Soledad de Marina Rodríguez-Cusí y la Encarna de Mar Abascal fueron un lujo de moderación y pulcritud actoral. Terminaremos aludiendo al buen trabajo del resto de comprimarios: Emilio Gavira (Candelas), Tony Cruz (Tiberio) y Sandro Cordero (Atenedoro). Felicidades, don Carlos dentro de cien años, ¡más! © Miccone, zarzuela.net 2011
12/V/2011 |