El relámpago Zarzuela en tres actos en versión de
concierto
Música de Francisco Asenjo
Barbieri
Libro de Francisco Camprodón (a partir
de Eugène de Planard y Henri Saint-Georges)
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Teatro de la Zarzuela (Madrid, 15 de abril de
2012)
una crítica de Ignacio Jassa Haro
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Ha cerrado el Teatro de la Zarzuela el extraordinario ciclo de
conciertos líricos de la presente temporada con la versión
concertante de una obra íntimamente ligada a la historia de la casa,
El relámpago (1857), con libro de Francisco Camprodón
basado en una ópera-comique francesa y con música de
Francisco Asenjo Barbieri. Es tanto el tiempo que llevamos alentando a los que
tienen capacidad de influir en la programación del coliseo de la calle
de Jovellanos para que se incluyeran en sus temporadas obras líricas en
versión de concierto que casi nos avergonzamos de decir que se
cometió un grave error de cálculo al integrar este evento en el
mentado ciclo en lugar de haberlo incluido en la propia temporada
lírica, anunciado eso sí como versión no escénica
como acostumbran a hacer la mayoría de teatros de ópera. De ese
modo se le habría otorgado una infinitamente mayor difusión entre
quienes se interesaran por la programación y por ende habría
garantizado que todo el papel de las dos noches se agotara, algo que
tristemente no llegó a ocurrir. [Vemos con contento que para la
temporada próxima recién
presentada sí que se ha tomado esta precaución con el caso de
La tempranica.]
Y decimos
tristemente porque cuando una ciudad está pegándose por conseguir
entradas para acudir a espectáculos para-operísticos como Vida
y muerte de Marina Abramovic que se exhiben dentro de la temporada
lírica del Teatro Real pero a la par ignora una recuperación como
ésta, hay que preguntarse qué es lo que falla... Por cierto, que
la cuestión de la recuperación de este título del
maltratado catálogo de zarzuela isabelina debe ser también
matizada ya que la compañía Ópera Cómica de
Madrid produjo un montaje de El relámpago en el Teatro del
Bosque de Móstoles en el otoño de 2005, que, eso sí, tuvo
impacto limitado no logrando ser repuesto en más lugares.
La puesta en escena que dirigiera Francisco Matilla pudo
revelar algo que intuimos que ha podido animar al Teatro de la Zarzuela a
tentar su aproximación a esta obra en forma de concierto antes de
apostar por su lectura integral escenificada
la simplicidad de la trama
argumental romántica -que Camprodón toma como dijimos más
arriba de una pieza francesa, L'éclair de Eugène de
Planard y Henri de Saint-Georges con música de Fromental Halévy-
que sin embargo no es óbice para que Barbieri escribiera una de sus
más felices partituras en la línea "italiana" de Mis dos
mujeres o de Jugar con fuego aunque bien contrastante de la
más "francesa" de Los diamantes de la corona o de la
opción "indígena" que ya plantea desde Gloria y peluca y
que llega al cénit de su expresión con Chorizos y polacos
o con Pan y toros.
Pero
como muy bien indica Gerardo Fernández San Emeterio en sus
detalladas notas al programa, la historia no por sencilla deja de resultar
jugosa para un compositor, ya que casi todo lo que ocurre es escena pasa en el
territorio del corazón. En coherencia con ello esta pieza exhibe
maravillosos números a solo escritos para los tres protagonistas serios,
sin perjuicio de inspiradísimas combinaciones a dúo (como la de
las dos tiples en el primer acto, que logra caracterizar a las dos rivales
amorosas) y a cuatro voces (como el cuarteto del segundo acto, una verdadera
filigrana) o de logrados y efectistas concertantes de cierre de cada acto. El
coro (tan sólo masculino) tiene por su parte un protagonismo
indiscutible, con números de extraordinario lucimiento como el aire de
tango conclusivo de la zarzuela que por ignorancia supina del director musical
fue trasladado a la transición de los actos segundo y tercero
(¡inicialmente iba a suprimirse como atestiguan las notas al programa
publicadas!), quitándole el espacio dramático que Barbieri le
otorgara y que tantos aplausos arrancó del público
madrileño que lo hizo suyo desde el estreno.
Pero si a José Miguel Rodilla le hemos dado una de
"cal", la de "arena" no debe hacerse esperar: el director orquestal murciano ha
sabido tomar el pulso a la obra y desarrollarla musicalmente con creciente
interés, alcanzando una perfecta sintonía con sus cantantes y
sacando de la ORCAM, en la configuración que podríamos
llamar "de concierto" o de las "grandes ocasiones" (o sea aquella en la que
tocan los profesores titulares que integran en teoría su plantilla y que
no deberían faltar nunca
), una sobresaliente prestación.
Colores, dinánicas, empastes o volumen sonoro fueron acertados y
permitieron lucimiento a los cantantes y a la partitura. Al final del concierto
el maestro se reconcilió con el compositor al que había tratado
de enmendar saludando al público partitura en mano en un detalle que le
honra como intérprete.
Las
dos tiples protagonistas y rivales argumentales, rivalizaron también en
la limpieza de la emisión, en la elegancia del fraseo y en su
sabiduría dramática. Si Ana María Sánchez
dio relieve al personaje de Enriqueta, con el poderío todavía
impresionante de su voz, Yolanda Auyanet, nos recordó los logros
con que ya nos entusiasmó en Los
diamantes de la corona hace dos temporadas. Su oponente amoroso, el
tenor José Luis Sola emocionó al auditorio con su
pequeña pero bellísima voz al encarnar al marino León,
aunque mantuvo una rigidez corporal y una actitud rehuyente hacia el
público que quitaba toda naturalidad a su canto; si este joven cantante
logra superar el miedo escénico que no pudo ocultar tendremos en
él a uno de los próximos valores de la lírica
española. A pesar de ese elemento perturbador del canto su lectura de la
romanza del primer acto arrancó la que quizá fuera mayor
ovación de la noche, en una velada que contó con no pocos
momentos de celebración popular. Cerraba el corto reparto el tenor (con
cometido, en este caso, de tenor cómico) Lorenzo Moncloa, quien a
sus contadas ocasiones de lucimiento (con el coro o con los personajes serios)
bien aprovechadas sumó el cometido adicional de narrador sacando
adelante con maña un poco clarificante guión argumental que
apenas aportó nada al disfrute de la pieza. El Coro del Teatro de la
Zarzuela tuvo sólo presencia, tal y como dijimos que la partitura
exigía, a través de sus cuerdas más graves, lo que no le
restó brillantez a pesar del más oscuro colorido natural de esas
voces; Antonio Fauró volvió a demostrar cómo todos
los retos de este conjunto tan involucrado en la vida del teatro salen siempre
muy bien parados.
© Ignacio Jassa Haro 2012
El relámpago.
Zarzuela en tres actos. Música de Francisco Asenjo Barbieri. Libro de
Francisco Camprodón basado en el texto de L'Éclair,
ópera-comique con libro de Eugène de Planard y Henri
Saint-Georges y música de Fromental Halévy.
Reparto:
Ana María Sánchez - Enriqueta; Yolanda Auyanet - Clara;
José Luis Sola - León; Lorenzo Moncloa - Jorge; Coro del Teatro
de la Zarzuela (Antonio Fauró, director del coro); Orquesta de la
Comunidad de Madrid ; José Miguel Rodilla - director
musical
Edición crítica de Tomás Garrido (Ediciones
Musicales Autor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales) |
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Francisco Asenjo Barbieri (página
biográfica inglesa)
portada de zarzuela.net
3/VI/2012 |