Marina, acto III (Foto: Fernando Marcos - Teatro de la Zarzuela, 2013)

Libro • Francisco Camprodón (zarzuela) y
Miguel Ramos Carrión (adaptación operística)
Marina
[ópera en tres actos a partir de la
zarzuela homónima en dos actos]

Música • Emilio Arrieta


Teatro de la Zarzuela
(15 y 23 de Marzo de 2013)


Ignacio Jassa Haro


Haciendo historia: las dos Marinas

El teatro lírico español tiene en Marina uno de esos ejemplos donde la combinación de azar y talento –el de Camprodón y Arrieta sobre todo– han dado como resultado un clásico inmarchitable que además encabeza la nómina de óperas españolas de grandes dimensiones instaladas en el repertorio. Es de sobra conocido el periplo histórico de este título, desde unos añorados orígenes como zarzuela en dos actos, allá por 1855, en el Teatro del Circo de Madrid hasta su reestreno como ópera en tres actos en el Teatro Real en 1871.

Siendo la zarzuela una obra coetánea a otras que hemos escuchado en tiempos recientes en el teatro de Jovellanos, a pesar de su belleza no puede ser considerada todavía el emblema en que luego se convertirá su hermana la ópera, dieciséis años más joven. Será un cantante, Enrico Tamberlick, quien pensando –como suelen hacerlo los de su profesión– en obtener oportunidades de lucimiento proponga a Arrieta –muerto ya Camprodón– un aumento de escala transformándola en una pieza "digna" del entonces Teatro Nacional de la Ópera. Afortunadamente no se impuso la necesidad de traducir al italiano pero sí la de rehacer el drama –de lo que se encargó un todoterreno como Ramos Carrión– añadiendo música y textos nuevos y engrosando la instrumentación para adecuarla al foso del Real, para lograr así un sonido acorde con el nuevo género al que se adscribía la obra.

Marina ganó como ópera una enorme popularidad convirtiéndose a la par en vehículo para la exhibición de facultades de los cantantes, aunque ello no supuso el olvido de la zarzuela, que muy al contrario, disfruta a partir de entonces y durante al menos medio siglo de una nueva vida reinstalándose en el repertorio. Desde los años veinte del siglo XX sólo la ópera pervive, ocupando ese lugar preponderante en el repertorio operístico español al que hemos aludido.

Sardana recuperada en el acto II de Marina (Foto: Fernando Marcos - Teatro de la Zarzuela, 2013)

El Teatro de la Zarzuela ha perdido una oportunidad de oro para traernos de nuevo la bella versión original, mucho más coherente como pieza que su circense metamorfosis en ópera. Y si la dirección artística del teatro no se atrevía a tanto, al menos podría haber representado ambas versiones a días alternos sin apenas gastos extra, dando gusto no sólo a los más convencionales y operófilos sino también a los más inquietos y amantes del buen teatro con música. De esa forma el trabajo de reconstrucción musicológica desarrollado con la partitura de Arrieta podría haber dado como fruto no sólo los dos fragmentos de la ópera escuchados en primicia en estas funciones tras muchas décadas de olvido sino también los números de la zarzuela que se "cayeron" de la partitura al hipertrofiarla.

El montaje de la ópera en la Zarzuela

Mariola Cantarero y Celso Albelo en el acto III de Marina (Foto: Fernando Marcos - Teatro de la Zarzuela, 2013)Al menos el teatro ha acertado al encargarle el montaje a un director que ha entendido la obra, distinguiendo entre el drama y sus adherencias, lo que le ha evitado caer en la muy fácil senda de la afectación o la cursilería. Se desquita así Ignacio García de su desafortunada experiencia sobre estas mismas tablas con la zarzuela isabelina que ya puso en entredicho nuestro editor Christopher Webber en su aguda crítica a El estreno de una artista y Gloria y peluca. Al servicio de la puesta en escena García ha contado con el concurso de un equipo de primera categoría con el que ha pergeñado uno de los más deslumbrantes montajes vistos en los últimos años en este teatro. Tan solo podemos poner como pero haber dispuesto la imponente escenografía de forma tal que la evacuación de los coristas en los mutis se haya tornado una tarea casi interminable generadora de un mal efecto teatral.

El equipo canoro ha sido especialmente cuidado para mantener un nivel altísimo las seis semanas de funciones: un total de tres por cuatro (¡doce!) voces de relumbrón han demostrado cómo la cantera vocal patria es injustamente apartada del otro teatro lírico de la ciudad de Madrid. Nosotros hemos tenido la oportunidad de escuchar a dos de los tres cuartetos, en ambos casos bajo la airosa batuta del maestro Cristóbal Soler, que ha mimado en todo momento a sus cantantes ofreciendo una lectura de la partitura plena de dinamismo y de contrastes.

Mariola Cantarero en el acto I de Marina (Foto: Fernando Marcos - Teatro de la Zarzuela, 2013)Si Mariola Cantarero hizo buenas migas con Celso Albelo la noche del estreno creemos que fue más a cuenta de su físico que del dispar quehacer artístico de ambos cantantes. La granadina hizo gala de un desempeño vocal heterodoxo aunque resultón, que unido a una adecuada desenvoltura escénica dotó de brillantez a su labor mientras que el tinerfeño se lució muy sobrado de facultades y heredero del fraseo de Alfredo Kraus pero careció de la más mínima inquietud por trabajar teatralmente su personaje. Juan Jesús Rodríguez, derrochando sabiduría interpretativa dio el justo relieve al rol de Roque, tan fácil de acentuar en demasía; el onubense mostró un irreprochable equilibrio entre el efectismo que sus partes cantadas requieren y el comedimiento que el buen gusto aconseja y a su lado Albelo palideció. El mucho menos agradecido rol de Pascual pasó muy inadvertido por mor de una inadecuada lectura teatral por parte de Simón Orfila, que de no haber visto la interpretación de Marco Moncloa en el segundo reparto se nos habría antojado más un fallo de la regia que una limitación técnica del bajo-barítono menorquín.

Luis Cansino en el acto I de Marina (Foto: Fernando Marcos - Teatro de la Zarzuela, 2013) El otro cuarteto, al que pudimos escuchar la noche del 23 de marzo, contó con el protagonismo de Sonia de Munck como una Marina algo preocupada por no apartarse de la ortodoxia vocal de la que, por descontado, jamás se salió; si eso le restó cierta seguridad hemos de reconocer que como contrapartida dotó al personaje de una cierta introspección muy beneficiosa, logrando así dibujar un rol más coherente que el de la Cantarero. La soprano madrileña tuvo además un oponente amoroso mejor enfocado que el de su compañera: Antonio Gandía resultó especialmente acertado en su caracterización teatral de Jorge con una muy peculiar forma de afrontar vocalmente su rol –en el que en ocasiones no se encontró cómodo del todo– muy alejada de la tradición belcantista y en las antípodas, por tanto, de lo que Albelo representaba. Esta pareja bien avenida tuvo en suerte cantar con otros dos muy buenos compañeros de viaje, Luis Cansino y Marco Moncloa. El madrileño de raíces gallegas destacó por sus facultades, siempre sobradas, y por su fraseo y expresividad deslumbrantes; lo que en otros podría haberse visto como sobreactuación, quedó gracias a su buen gusto en pura brillantez. Por ello no es de extrañar que Cansino despertara, como también había ocurrido con Rodríguez la noche del estreno, la mayor ovación de la noche en los saludos finales. Moncloa, fuera de lugar vocalmente –¿afonía o inadecuación de su voz para este rol?– logró, sin embargo, conectar con el público dotando a su Pascual del justo grado de humanidad que el drama requiere.

El coro, finalmente, tiene en esta obra deliciosos momentos que la adecuada labor concertadora del maestro Antonio Fauró nos hizo redescubrir. Podríamos decir casi sin temor a equivocarnos, que Marina no tiene un cuarteto vocal sino un quinteto, dada la relevancia de sus intervenciones corales. Tan solo nos resta desear que esta experiencia tan positiva en términos de taquilla, aplauso del público y alabanzas de la crítica, suponga un balón de oxígeno para la nueva dirección del teatro que logre aumentar su confianza en el repertorio romántico de zarzuela como uno de los ámbitos de interés prioritario de su prometedora gestión.

© Ignacio Jassa Haro 2013


Reparto: Marina - Mariola Cantarero (15-III) / Sonia de Munck (23-III) / Carmen Romeu; Jorge - Celso Albelo (15-III) / Antonio Gandía (23-III); Mikeldi Atxalandabaso; Roque - Juan Jesús Rodríguez (15-III) / Luis Cansino (23-III) / Ángel Ódena; Pascual - Simón Orfila (15-III) / Marco Moncloa (23-III) / Rubén Amoretti; Alberto - Gerardo Bullón; Teresa - Aránzazu Urruzola / Graciela Moncloa; Un marinero - Román Fernández-Cañadas/Mario Villoria*; Niñas - Paula González / Leire González; Figuración - Sergio Castelar, José Antonio Cobián, César Diéguez, Elena Dueñas, Miguel A. Eduardo, Morgane Jaudou, Celia Pérez, Marcos Rivas, Marta Suárez y Marcela Yurfa; Rondalla - Manuel Fernández, José Manuel Juárez, Álvaro López, José Olalla y Gorka Tardón; Orquesta de la Comunidad de Madrid; Coro del Teatro de la Zarzuela (dir. Antonio Fauró); Dirección escénica - Ignacio García; Escenografía - Juan Sanz y Miguel Ángel Coso; Vestuario - Pepe Corzo; Iluminación - Paco Ariza; Dirección musical - Cristóbal Soler (15 y 23-III) / Óliver Díaz

Edición crítica de María Encina Cortizo (Iberautor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2005)

Nueva producción del Teatro de la Zarzuela

Cartel de Marina (Teatro de la Zarzuela, 2013)



Emilio Arrieta (página biográfica inglesa)
Marina (sinopsis argumental inglesa)
portada de zarzuela.net

6/IV/2013