Hangman, Hangman + The Town of Greed (Teatro de la Zarzuela 2007) c. Jesus Alcantara
Hangman, Hangman!
The Town of Greed
§
(§ estreno escénico mundial)

Leonardo Balada

Madrid, Teatro de la Zarzuela
(27 de Septiembre de 2007)

 crítica del montaje  Ignacio Jassa Haro
 crítica del CD  Christopher Webber


Estreno de zarzuela

El Teatro de la Zarzuela es posiblemente la institución teatral española viva que más estrenos absolutos ha visto acaecer en sus tablas. Durante los ciento cincuenta años de historia que cumplió la pasada temporada la nómina de obras teatrales (la mayoría de ellas líricas) que han visto por primera vez la luz en su escenario supera los ocho centenares; con ser importante esta apabullante cifra no lo es menos el hecho de que una nada desdeñable porción de ese total perdura a día de hoy en el repertorio del género zarzuelístico, no habiendo temporada actual en la que no se reponga en el propio coliseo madrileño al menos una zarzuela “de la casa”.

El último ejemplo de esa fertilidad lo hemos vivido hace pocas semanas. El compositor catalano-norteamericano Leonardo Balada (n. 1933) ha dado a conocer una nueva obra en el teatro de la calle Jovellanos, la ópera de cámara tragicómica “cartoon” en un acto The Town of Greed [El pueblo de la avaricia], secuela reconocida por el propio autor de su anterior obra Hangman, Hangman! [¡Verdugo, verdugo!] con idéntica calificación y que se había estrenado hace veinticinco años en el Festival Internacional de Barcelona. ¿Pero cómo nos hemos atrevido a calificar de “zarzuela” a una ópera contemporánea escrita por un compositor hispano del ámbito norteamericano, con un libreto en lengua inglesa que versa sobre aspectos del imaginario colectivo de los EE.UU. y cuya partitura muestra una música ecléctica y moderna? Pues por una sencilla razón: porque creemos que está mucho más cerca del espíritu original de la zarzuela romántica este proyecto, fruto de la vitalidad creativa y la vocación de comunicación teatral de su autor, que cualquier intento, vano, de resucitación del género fomentado por instituciones varias con generosas inyecciones de fondos públicos a través de una nostálgica reconstrucción arqueológica.

Leonardo Balada construye en sus dos zarzuelas chicas (la segunda tiene una hilazón natural con la primera aunque no tenga por qué verse en un futuro indefectiblemente unida a su hermana mayor) un nuevo Retablo de la lujuría, la avaricia, y la muerte valle- inclanesco, haciéndonos reflexionar sobre el hecho de que el nexo entre los noventayochistas y el género chico es mayor que el que la tradición ha querido contarnos. La partitura, de impresionante eficacia en su ajuste a las situaciones teatrales que el libreto desarrolla, goza de una gran diversidad de estilos e influencias y de una “ligereza” merecedora de no ya de elogio sino de agradecimiento. Los momentos de mayor lirismo, que contaron en este montaje con los mayores aplausos de cada velada, son la concesión del autor a la convención de la zarzuela grande [¡sic!]. Pero los grandes logros de las dos obras (en las que los musicólogos ven la evolución por “maduración” del lenguaje compositivo de Balada y donde nosotros hallamos la simple incapacidad de repetirse propia de un verdadero creador) son esos momentos tragicómicos, más bien grotescos, en los que a manera de cantable de género chico se produce el avance de la acción o se niega dicho avance.

Hangman, Hangman + The Town of Greed (Teatro de la Zarzuela 2007) c. Jesus Alcantara

Gustavo Tambascio ha mimado la puesta en escena de las dos zarzuelas “cartoon”; pero si para la vieja consigue que el peso del espectáculo quede en la música y en la acción, no puede evitar que la recién nacida pase más desapercibida envuelta en unos lujosos y exuberantes pañales coreográfico-escenográficos. En sus elocuentes notas al programa, Tambascio repasa los ingredientes del retablo baladesco que él ha querido remarcar en su mirada de regista: sexo, dinero y justicia. El sexo por descontado que se ha podido apreciar (creo no exagerar mucho diciendo que en todo momento había alguna pareja fornicando en escena), el dinero también lució (siempre a través del denominado “mal gusto” que es como más llama la atención en cualquier época), la justicia (o su falta, que es casi sinónimo de ésta) a través del cuidado que se puso en el relato de la anécdota argumental.

Nos preguntamos sin embargo qué alineamiento de astros pudo darse para que autor y director no se dieran cuenta del flaco favor que hacen al público interpretando la obra en una lengua que no es la suya. Si Hangman, Hangman! vio la luz en catalán en su estreno absoluto barcelonés y se interpretó en inglés cuando se montó en la Universidad norteamericana de Pittsburg (en esta lengua fue además editada la partitura y el libreto de la obra y también en ella se grabó por la casa Naxos), ¿por qué se tiene que privar al público de Madrid del disfrute de la trama no escuchándola en castellano? Los ochocientos estrenos de nuestro teatro antes mencionados son una cifra algo inflada por un motivo que ahora nos vemos obligados a confesar: parte de ellos eran las premières españolas de óperas u operetas europeas que se cantaban por vez primera en Madrid en la lengua de Cervantes. ¿Ciento cincuenta años después queremos romper lo que a nuestro juicio fue un elemento básico en la apropiación del repertorio por parte del público, esto es, el allanamiento de la barrera lingüística que la dictadura de la ópera italiana había impuesto unas cuantas décadas atrás? ¡No damos crédito!

El reparto vocal- actoral de este estreno ha resultado muy desigual. Descollaron por sus valores canoros el Padre de Chester Patton y la Amada de Sonia de Munck; resultaron correctos por su equilibrio entre lo teatral y lo musical (aunque exhibieron una cuestionable pronunciación inglesa en los parlatos) los justicieros Sheriff y Verdugo, encarnados por David Rubiera y Enrique Baquerizo; pasaron sin pena ni gloria el protagonista Johnny de Gustavo Peña, con una presencia escénica y vocal insuficientes y la Madre, María José Suárez, con una caracterización poco acertada. José Ramón Encinar dirigió a un motivadísimo conjunto instrumental formado por componentes de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y a un coro titular que estaba en muy buena forma. El abultado equipo artístico encabezado por Juan Pedro de Gaspar supo evocar por su parte con brillantez esa icónica meca del oeste que es el pueblo de la avaricia. Como ha ocurrido a lo largo de ciento cincuenta años de continua creatividad, hubo cosas buenas, regulares y malas en este estreno, aunque en estos tiempos que corren haber podido ser testigo del mismo ya cubre con creces las expectativas de cualquiera.

© Ignacio Jassa Haro 2007


Hangman , Hangman! Ópera de cámara tragicómica, «cartoon», en un acto, basada en una canción tradicional cowboy. Música y libreto de Leonardo Balada (1982) Reparto: Johnny - Gustavo Peña; Madre - María José Suárez; Padre - Chester Patton; Amada - Sonia de Munck; Sheriff - David Rubiera; Verdugo - Enrique Baquerizo; El hombre del pueblo (El Irlandés) - Emilio Gavira; Narrador - Francisco Maestre. The Town of Greed. Ópera de cámara tragicómica, «cartoon», en un acto y dos partes. Música y libreto de Leonardo Balada, basado en un texto de Akram Midani y Leonardo Balada. Prólogo de Gustavo Tambascio (1997) Reparto: Johnny - Gustavo Peña; Madre - María José Suárez; Padre - Chester Patton; Amada - Sonia de Munck; Sheriff - David Rubiera; Verdugo - Enrique Baquerizo; Secretaria - Gleisi Lobillo; Tokopoko - Enrique R. del Portal; Mr. Rich - Matthew L. Crawford; Mr. Rot - Juan I. Artiles Revuelta; Mr. Rat - Javier Galán; Mr. Wreck - Ricardo Guilfillán; Mr. Rip - Alberto Ríos; Mr. Rude - Miguel Ferrando; Embajador - Fernando Latorre; Caponne - Javier Galán; Secretaria del Irlandés - Natalia Hernández; Hombre de Wall Street - Emilio Gavira; Secretaria de la reina - Helena Dueñas; Secretaria del rey - Juan Antonio Lumbreras
Escenografía - Juan Pedro de Gaspar y Esmeralda Díaz (Implantación); Figurines - Jesús Ruiz ; Iluminación - Juan Gómez-Cornejo; ( A.A.I.); Proyecciones - Álvaro Luna; Orquesta de la Comunidad de Madrid; Coro del Teatro de La Zarzuela (d. Antonio Fauró); Dirección de escena - Gustavo Tambascio; Dirección musical- José Ramón Encinar
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela con la colaboración del Gran Teatre del Liceu de Barcelona



Hangman, Hangman! (44:11)
The Town of Greed (32:49)
Reparto: Anthony McKay (Narrador); Patrick Jacobs (Sheriff); Stephen Neely (Verdugo); James Longmire ( Johnny); Elizabeth Sederburg (Madre); Robert Fire (Padre); Natalya Kraevsky (Amada); Ja- Nae Duane (Secretaria); Craig Raymaley ( Tokopoko); Colman Pearce (El irlandés); Carnegie Mellon Contemporary Ensemble, Pittsburg Camerata, Colman Pearce ( Dir. mus.)
Naxos 8.557090 [TT=76:59]
( grab. Carnegie Mellon University, Pennsylvania, April 2001)

Aunque la producción del Teatro de la Zarzuela sea el estreno escénico de The Town of Greed, las grabaciones de las dos “cartoon operas” satíricas de Leonardo Balada han estado disponibles en CD desde el año 2002, cuando Naxos las publicó juntas como parte de la serie de discos que dedica al compositor. Hangman, Hangman!, primer acercamiento de Balada al género operístico, fue seguido por Zapata (de cuya suite orquestal hemos publicamos ya la correspondiente crítica) y por varias obras más de gran escala. En ellas se nos presenta un mundo sonoro en el que, en palabras del propio compositor, “ricas y agresivas sonoridades orquestales conviven con líneas vocales líricas”. La etiqueta “cartoon” supone una teatralidad abocetada y grotesca que encuentra en el disco un medio eficaz de difusión, especialmente en la más líricamente expansiva Hangman...

Aparte de eso dos sombras se perfilan con fuerza sobre el estilo operístico de este compositor norteamericano de origen catalán. La ópera balada americana Down in the Valley de Kurt Weill aporta una estructura formal para los textos de Balada, mientras que el uso del alemán coloquial aquí y en Mahagonny y en Los siete pecados capitales es una fuente de sugerencias. Igor Stravinsky es otra presencia importante y no sólo en la claridad de la orquestación, que a veces recuerda a Les Noces y a La historia de un soldado; yendo más allá The Rake’s Progress se muestra un fértil modelo para el estilo lírico de Balada y para la construcción de cantables en inglés. Las canciones de la Amada en Hangman están cortadas por el mismo patrón que la música de Anne Truelove en la ópera antes citada: equilibradas, frescas, empleando también un delicado contrapunto de enorme efectividad… Menos atractivos son los trillados textos ingleses de Balada; supongo que se ha pretendido conseguir un tono tan sugerente como el de Brecht para Weill o el de Auden para Stravinsky y, objetivamente hablando, sí que desarrolla la narratividad con corrección, pero en la práctica esto no se logra de una manera ingeniosa o con un tono adecuadamente poético.

Los textos son expuestos con meridiana claridad por el reparto de Pittsburg, bajo la muy precisa batuta de Colman Pearce. La interpretación teatral y musical de los cantantes es correcta, con una Amada de Natalia Kraevsky que suena menos brumosa cuanto más potente es su emisión y un preciso aunque pálido Johnny del tenor James Longmire. La madre y el padre están más metidos en el personaje y el propio director se encarga de dar credibilidad al irlandés deus ex machina de Hangman El coro de la Pittsburg Camerata es la estrella del espectáculo, teniendo su momento en el lamento-final de The Town of Greed (que recuerda a la escena de Bedlam de The Rake…) y cantando en todo momento con entusiasmo y dedicación.

Con un sonido limpio y equilibrado, documentadas notas y el texto íntegro de los libretos –¡gracias por ello Naxos!– no hay ningún motivo para no recomendar encarecidamente estas grabaciones a todo aquel que quiera aproximarse a unas atractivas y sólidas obras, quizá la muestra creativa actual más próxima a la zarzuela moderna. The Town of Greed está dedicada a Joan, la esposa del compositor. Puedo desvelar que, con motivo mi encuentro con la pareja en Londres hace un par de años, Joan me aseguró que ella se encargaría de que su marido escuchara la verdadera “cosa”, llevando su coche lleno de cedés de zarzuela durante sus largos viajes por carretera.

© Christopher Webber 2007
Traducción española © Ignacio Jassa Haro 2007


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19/XI/2007