En ocasiones sentimos pudor por dedicar a Ópera Cómica de Madrid tantos contenidos de nuestro portal, pues a simple vista puede parecer que sus intereses y los nuestros sean comunes y que no resultemos, por tanto, imparciales al emitir nuestro juicio sobre su trabajo. Y en cierto modo hay que reconocer que así es: Ellos defienden un modelo de "explotación" del género que hace convivir el legítimo ánimo de lucro de cualquier compañía (a veces comprometido por el alto riesgo de sus apuestas) con el respeto a los autores originales y al público actual, mediante interpretaciones y producciones preparadas con rigor y presentadas con propiedad; pero a ello suman una impagable inquietud y curiosidad explorando lo que hay más allá del repertorio, que por la propia trayectoria de la compañía vemos que es mucho Una inteligente política de Ó.C.M. es la exploración gradual de obras desconocidas. Un primer paso sería la presentación de un título prometedor en versión de concierto con cantantes y acompañamiento pianístico. Si se comprueba que la música de la obra tiene una buena recepción por parte del público y a la vista de las posibilidades dramáticas del libreto se plantean su puesta en escena. Ha ocurrido ya con muchas obras como El conjuro y El dominó azul (ambas de Arrieta), Buenas noches señor Don Simón (de Oudrid), El relámpago (de Barbieri) o el título que ahora nos congrega, La gallina ciega (de Fernández Caballero), escuchado en concierto en el año 2006 [véase la crítica de Enrique Mejías García] en el mismo espacio que ahora lo acoge en versión escenificada con el concurso del Ensamble de Madrid (que ha tocado un arreglo instrumental para sexteto con piano.) Todos los aspectos de la jugosa partitura de 1873 que nos han llamado la atención ya habían sido enfatizados por nuestro compañero de labores críticas en su entusiasta comentario antes mencionado y a su autorizada opinión remitimos al lector. Sobre el libro, del que no se habló entonces, diremos que es la primera muestra de la feliz colaboración que el compositor murciano mantendría con Miguel Ramos Carrión a lo largo de su carrera, estando a caballo entre el juguete cómico con música (del corte de los de Barbieri) y la zarzuela grande de espíritu más bufo; destacan la frescura de sus diálogos y la habilidosa capacidad de su autor para mantener la intriga. Pero lo que sobre todo queremos poner aquí de manifiesto es la excelencia de la producción, modesta en dimensiones aunque cuidadísima en los detalles (desde unos preciosistas vestuario y escenografía hasta una muy trabajada puesta en escena), hecha desde la prudente ortodoxia que la primera incursión en un título poco habitual siempre recomienda. En cuanto a la interpretación por parte de los cantantes-actores hay que empezar señalando que para la selección del elenco protagonista (no sólo de este montaje sino del ciclo de conciertos dedicados a Chapí a celebrarse también en el auditorio del antiguo cuartel de los guardias de corps durante todo el año 2009) se ha realizado una amplia audición de voces noveles, constituyéndose el denominado "Taller de Zarzuela" de Ópera Cómica de Madrid, iniciativa loable que va a permitir a numerosos cantantes jóvenes debutar en escena o en concierto. Vaya también desde aquí nuestro aplauso por esta apuesta por renovar y ampliar la cantera de cantantes especializados en el género zarzuelístico. Esas voces seleccionadas fueron casi sin excepción idóneas para acometer su cometido. Destacamos entre ellas la simpática expresividad del tenor Miguel Ángel Lobato, de innegables cualidades teatrales como cantante bufo, la noble línea de canto acompañada de una natural disposición para la escena del barítono Airam de Acosta y la elegancia, correcta emisión y saber decir de la protagonista femenina, la soprano Carolina Moncada. El cuarto rol del cuarteto vocal protagonista (que requiere un bajo-barítono) tuvo en Gerardo Bullón un más discreto intérprete por mor del histrionismo que Francisco Matilla impuso, desde la dirección de escena, al personaje más bufo del reparto y porque su voz es de barítono lírico. Correcta en sus pequeñas intervenciones teatrales y musicales resultó Iria Rajal. El Ensamble de Madrid que ha hecho, por su parte, de la interpretación de selecciones de zarzuela su auténtica especialidad (y como muestra está la larga serie de discos que están sacando al mercado con la integral que obra en su repertorio) logró vencer nuestra inicial reticencia a que este título no se ofreciera con su acompañamiento orquestal primigenio. Si bien dejamos de gozar del colorido de la música original, el compenetrado funcionamiento del Ensamble como si de un solo individuo se tratara dio un relieve extraordinario a la partitura, logrando la mejor interpretación de las muchas que hemos escuchado a este conjunto. Fernando Poblete, que por fin aparece como lo que de facto es, un verdadero director musical, supo involucrar a sus compañeros de atril para que el pequeño foso diera aliento y arropara a los cantantes, con su sonido cálido y su fraseo delicado. Nuestro deseo sería que Ó.C.M. no "copara" nuestras páginas de actualidad porque otras compañías, teatros o festivales -públicos o privados- compitieran con ella quitándole el protagonismo en esa tarea de mimar el género zarzuelístico Pero las cosas están como están y a quien le parezca que esta compañía es "la niña" de nuestros ojos, que se sume a su apasionante tarea reivindicativa y nosotros, sin dudarlo, daremos eco a su trabajo. © Ignacio Jassa Haro 2009
11/II/2009 |