El triunfo de la
música Tras la reciente celebración del concierto de Navidad en el Teatro de la Zarzuela el flamante ciclo de conciertos que esta institución viene desarrollando a lo largo de este curso hace un pequeño receso para rematarse en primavera con dos programas más. Por ese motivo hemos decidido agrupar la consideración de los cuatro primeros conciertos en una única crítica. La suerte no quiso que pudiéramos asistir a la segunda de las citas (José Bros en solitario junto a una ORCAM dirigida por José María Moreno), pero reconocemos que el buen hacer del tenor barcelonés no hubiera compensado lo suficiente la falta de imaginación en la composición del programa, con las mismas romanzas archiconocidas y las canciones melódicas de siempre, de haber podido sortear las obligaciones familiares que nos alejaron la noche del 18 de octubre de la calle de Jovellanos. Ya hemos expresado en ocasiones anteriores (como cuando Bros cantó junto a su esposa sobre estas mismas tablas en el año 2007) cuánto nos desencanta esa actitud artística, especialmente en intérpretes que por sus grandes cualidades podrían ser paladines de la ampliación del repertorio. Porque en efecto ese palo la ampliación del repertorio es al que se ha apostado en los otros tres eventos de la serie. La primera de las citas se dedicó a fragmentos vocales solistas (romanzas, dúos y tercetos de zarzuela y revista), la segunda de ellas a coros de zarzuela y la tercera a números instrumentales de piezas de género chico. En todos ellos se mantuvo un mínimo de intervenciones con piezas de repertorio (un tercio en el primero, la mitad en el segundo y dos tercios en el tercero), pero aún así nunca se optó por un repertorio trillado sino que incluso dentro del mismo se buscó algo de frescura. A la hora de elegir a los solistas, volvió a primar el sentido del repertorio, con voces capaces pero puestas, ante todo, al servicio de la música y del espectáculo y no al revés. Ángeles Blancas, Marco Moncloa y Andeka Gorrotxategui se compenetraron a la perfección e hicieron de la velada del 17 de septiembre una experiencia gozosa a la par que una inauguración de temporada emocionante y llena de solemnidad. El maestro Cristóbal Soler estuvo tan compenetrado con su orquesta y envolvió con tal magia a sus solistas que la comunicación con el público funcionó desde el primer momento. De esa forma momentos de enorme intensidad dramática como los dúos de La leyenda del beso o La del Soto del Parral, entre Blancas y cada uno de sus compañeros, alcanzaron cotas de intensidad poco habituales, mientras que el chotis-tango de Las tentaciones (de Guerrero), entre Blancas y Moncloa, favoreció que desplegaran su saber hacer coreográfico y su bis cómica en igual medida que su musicalidad. Las dos selecciones de piezas con música de Francisco Alonso (Luna de miel en El Cairo y Me llaman la presumida) quedan en cualquier caso como los momentos más inspirados de todo el programa con su dinamismo rítmico, su felicidad melódica y su sorprendente instrumentación. En el concierto coral se contó con el soporte vocal de dos solistas de raza, la tiple Milagros Martín, auténtica institución en este coliseo, y el tenor Antonio Ordóñez, que tras un largo período de separación se había reencontrado para regocijo de todos poco antes en el celebrado montaje de Los diamantes de la corona. Sus intervenciones solistas junto al coro en la canción húngara de Alma de Dios y en la romanza "Sierras de Granada" de La tempranica fueron tan conmovedoras como electrizantes. Del programa coral destacamos sobremanera la primera mitad dedicada casi exclusivamente a la zarzuela isabelina, con números infrecuentemente escuchados de Pan y toros, Mis dos mujeres, El juramento y El anillo de hierro. El género chico anduvo repartido entre ambas partes con momentos tan buenos como los dos ya mencionados al hablar de la labor de los solistas o una sentida selección de Gigantes y cabezudos, mientras que del género grande del siglo XX las más escasas muestras contrastaron genialmente en carácter (vimos enfrentadas la quietud de Mirentxu, el garbo de El último romántico o la picardía sicalíptica de El asombro de Damasco). El coro comandado por el maestro Antonio Fauró mantuvo siempre un cuidado empaste de voces y sólo se lamentó que la ausencia de una concha acústica en el escenario provocara que el sonido que emitían se perdiera mientras la masa sonora de la orquesta (situada sobre el escenario) resultaba arrolladora. En este sentido se echó de menos que Rubén Gimeno no hubiera puesto algo de remedio controlando a sus músicos desde el podio de dirección. Y por fin llegamos al concierto navideño, celebrado el día 27 de diciembre. Decir del mismo que es la materialización del anhelo de toda una vida, puede resultar poco interesante para nuestros lectores. Pero si hablamos de que gracias al mismo se pudo empezar a demostrar lo que hemos defendido durante mucho tiempo, esto es, que la música del género chico podría sostener programas (no uno, sino decenas) como el ofrecido este año, con una gracia, calidad y autenticidad parejas a las del gran evento vienés, quizá la apreciación ya no parezca tan sentida y se valore su carácter reflexivo. El concierto fue retransmitido por Televisión Española, en diferido y a través de su segundo canal. Esta noticia, a priori positivísima, se convirtió si embargo en la penitencia que acompaña a todo pecado Aprovechando la coincidencia en el escenario del montaje de Los sobrinos del capitán Grant su regista Paco Mir preparó a un grupo de actores, bailarines y figurantes para realizar una serie de sketchs entre número y número que vistos en el teatro resultaron no ya vulgares, sino faltos de toda gracia, a la par que impedían que se creara un clímax adecuado para el disfrute de las joyitas que el maestro Soler iba desgranando. Es evidente que el visionado del concierto por la tele hizo muy diferente la experiencia y lo que en directo se entendía como crudo y vocinglero en la caja tonta se vio mucho más neutro y puesto siempre al servicio de la degustación del jamón, esto es de la música, con que se intercalaba. Pero centrémonos en dicho manjar, y desgranemos al menos algunas de las rarezas que este extraordinario evento permitió rescatar. La polca de Las mujeres de Gerónimo Giménez, con un bellísimo contrapunto de los chelos que sorprendió a propios y extraños, el chotis del cachito de turrón de Los cocineros de Quinito Valverde y Tomás López Torregrosa tan elegante a la par que popular, el preludio de Los arrastraos de Chueca con su emocionante sólo de trompeta y el contagioso chotis del flexible de la misma pieza, la mazurca-redova de El niño de ese Barbieri ya tan chico, o la graciosa polca del Cordón Bleu de La caza del oso de Chueca, se entreveraron en el programa con valses, chotis, pasodobles o mazurcas de obras tan inspiradas pero mucho más recordadas como La Gran Vía, El niño judío, Agua, azucarillos y aguardiente, La corte de Faraón, El chaleco blanco o La alegría de la huerta. Y para cerrar, dos propinas muy en sintonía con Viena el vals de La canción de la Lola de Chueca y Valverde, con su célebre cita del Danubio azul straussiano y la marcha de Cádiz de los mismos autores. La ORCAM bordó el repertorio en un concierto bien trabajado donde Cristóbal Soler, a pesar de los imperativos del guión firmado por Mir que le exigieron "perder los papeles" actoralmente, dirigió con elegancia y buen sentido, pecando tan sólo en algún número de tempi algo lentos. El éxito recibido debería ser garantía suficiente de la celebración de una nueva edición las próximas navidades, libres ya, esperamos de la encorsetadota parafernalia impuesta por la factoría Mir para centrarse en el verdadero motivo de celebración: esa música maravillosa que nos hemos permitido el triste "lujo" de tener más de cien años cubierta de polvo. ¡Feliz año 2012 lleno de buena música para todos! © Ignacio Jassa Haro 2012 Concierto 1
(17 de Septiembre de 2011) Primera parte: La venta de los gatos
(Serrano): intermedio - Orquesta; El barquillero (Chapí): Romanza
«Cuando está tan hondo» - Ángeles Blancas; La leyenda
del beso (Soutullo y Vert): Dúo «Amor, mi raza sabe
conquistar» - Ángeles Blancas y Andeka Gorrotxategui; La tempestad
(Chapí): Monólogo «La lluvia ha cesado» - Marco
Moncloa; La montería (Guerrero): Intermedio - Orquesta; El
huésped del Sevillano (Guerrero): Romanza «Fiel espada
triunfadora» - Andeka Gorrotxategui; La del soto del Parral (Soutullo y
Vert): Dúo «Ten pena de mis amores» - Ángeles Blancas
y Marco Moncloa. Segunda parte: Los gavilanes (Guerrero): Intermedio -
Orquesta; Las tentaciones (Guerrero): Chotis-tango - Ángeles Blancas y
Marco Moncloa; Luna de miel en El Cairo (Alonso): Dúo «Ven
compositor» - Ángeles Blancas y Marco Moncloa / Terceto
marchiña - Ángeles Blancas, Andeka Gorrotxategui y Marco Moncloa;
La verbena de la Paloma (Bretón): Preludio - Orquesta; Me llaman la
presumida (Alonso): Dúo mazurca - Andeka Gorrotxategui y Marco Moncloa /
Dúo fox «Yo soy una mujer»- Ángeles Blancas y Andeka
Gorrotxategui / Terceto - Ángeles Blancas, Andeka Gorrotxategui y Marco
Moncloa. portada de zarzuela.net 8/I/2012 |