Aunque el dicho rece que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar, la Universidad de Sheffield, tras su bella producción de La púrpura de la rosa de 2003 (reseñada en este portal), nos ha sorprendido con un montaje todavía más ambicioso de su ópera hermana, Celos aun del aire matan, de Calderón y el arpista de la corte, Juan Hidalgo. Ambas fueron escritas alrededor de 1660 con motivo de la celebración de los esponsales de la infanta María Teresa y Luis XIV de Francia para, por un lado, mostrar ante los franceses que aquello que ellos pudieran hacer los españoles podían hacerlo mejor y, por otro lado –como la eminente musicóloga Louise Stein se encargó de demostrar en una absorbente conferencia leída la tarde de la representación–, proporcionar sofisticadas alegorías eróticas con las que urgir a la joven pareja a cumplir con sus deberes maritales; pero al mismo tiempo con ellas se satisfaría el gusto cortesano madrileño por los espectáculos lúbricos en los que las actrices y cantantes participantes proporcionaban servicios eróticos con los que cubrir las necesidades del público masculino.
Un inteligente reparto consiguió sacar partido del potencial vocal disponible de manera mucho más eficaz que en la pomposa, italianizante y musicalmente equivocada producción del Teatro Real de Madrid del año 2000. La Diana de Alexandra Ward, una diosa en hábitos de gótica, resultó ser una malvada dominante y vengativa. Su escena con las Furias del acto III, en la que Hidalgo muestra la degeneración moral de Diana haciéndola pasar del solemne recitativo vinculado a los dioses a la simplicidad estrófica asociada con los rudos mortales, genera una sorprendente sensación de impacto. Laura Packer y Jessica Walkinshaw, sus revoltosas víctimas masculinas cantaron con enorme fuerza a la par que con dulzura, y actuaron con delicada sinceridad. La Pocris de Rosie Williamson fue un boceto al pastel de celosa desilusión; su conmovedor dúo con el excelente Céfalo de Packer resultó un modelo de contención, que mimetizó con sensibilidad el cuadro del Veronés. El Aura de Chloe Saywell, la despreocupada ninfa cuya muerte y transfiguración se torna en causa primordial de la trama calderoniana, se mostró tan delicada en potencia vocal como en fuerza física. Fijando nuestra atención en los villanos, el embustero Clarín de Lauren Hart sacó partido del hit de la partitura, la pegadiza jácara, que revela el carácter malintencionado, socarrón y sensual del personaje. El único rol masculino significativo es el del payaso jardinero de Diana, Rústico, que se pasa gran parte del tiempo transformado en perro: Gareth Lloyd pintó un acertadamente simpático y torpón retrato suyo. Los papeles más breves fueron preparados sin excepción con mimo; las contribuciones corales resultaron asimismo significativas. Los entusiásticamente precisos gritos de “fuego” del número finale del acto II, el incendio del templo de Diana, se tornaron especialmente efectivos. Celos ... tiene una larga y difícil partitura y su recorte es inevitable: Floreta, la ninfa “de escalera abajo” que Rústico tiene por esposa (efusivamente interpretada por Sarah Graves) fue quizá la gran perdedora. Lawrence- King y su distinguido colega Joan Manuel Chouciño Bazán interpolaron la representación con deliciosos interludios para arpa y con unos parlamentos explicativos a cargo de un Adam Youssefbeygi que encarnaba al dramaturgo (¡recordando al personaje de Cervantes de El huésped del Sevillano!) Esta solución hizo que no se echara en falta la ausencia de subtítulos pero –a pesar de la correcta contribución del actor– creemos que en vez de ayudar resultó un elemento distractorio. El rico texto poético de Calderón puede parecer impenetrable a quien no sea un hispanista, pero gracias al adecuado entrenamiento de los cantantes con Anthony Trippett y Paul Jordan los pormenores de la trama resultaron suficientemente aclarados por la acción, con la ayuda de la clara sinopsis de Lawrence-King. Este montaje marca el final de un proyecto especial de tres producciones que, bajo la dirección de Anthony Trippett, ha sido parcialmente financiado con una beca de investigación AHRC. Aparte de las dos óperas, el proyecto dio como fruto un programa que pivotaba en torno al reestreno en tiempos modernos del primer oratorio español, Oratorio sacro al nacimiento de Christo Señor Nuestro, llevado a cabo en la catedral de Sheffield. A finales de este mismo año tendrán lugar más representaciones de Celos aun del aire matan en la ciudad de Dublín y posiblemente en algún otro lugar. Esperamos no hallarnos ante un adiós del equipo de Sheffield a esta incursión en el teatro musical español del siglo XVII. Si su ambición ha sido extraordinaria, los frutos logrados no se han quedado a la zaga. © Christopher Webber 2008
17/IV/ 2008, 19/IV/2008 |