Sorozábal · Serrano Anguita /
Leoncavallo A estas alturas de temporada y tras el suceso artístico de Curro Vargas nos enfrentamos al papel en blanco con una incómoda sensación: la de tener que discrepar radicalmente con el público en su valoración global del espectáculo considerando desproporcionado el incontestable éxito que se le ha dispensado. Aunque nosotras no pudimos presenciar el estreno nos han llegado los ecos del delirio desatado esa velada que no debió de ser muy inferior al vivido en la segunda función, a la que sí que tuvimos oportunidad de acudir.
Es plausible que la combinación de Black, el payaso con Adiós a la bohemia generara otra percepción de la "opereta", que estaba colocada en las funciones de 2006, además, en la más agradecida posición de cierre de la velada. Sea como fuere, ahora se llega al intermedio con un buen sabor de boca, por la excepcional calidad de la música moderna e incisiva, por lo espectacular de la puesta en escena sostenida en una fantástica iluminación de Paco Ariza o por la bondad de algunos de los intérpretes. Llaman la atención, sobre todo, entre éstos la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que se ha esmerado como pocas veces en cuidar el colorido tímbrico, y el maestro director, Donato Renzetti, delineador de originalísimos fraseos. De entre los protagonistas actorales-vocales nos ha impresionado muy positivamente el White de Rubén Amoretti y la Sofía de María José Moreno, quedando pálido Fabián Veloz en el rol titular y totalmente fuera de lugar por tesitura el Carlos Dupont de un entregado Javier Galán (¡sí!, no se equivocan, quien fuera Black en el Español).
¿Pero si no escatimamos elogios a interpretación y puesta en escena, por qué experimentamos entonces este divorcio con el laudatorio regocijo del público? No queremos, desde luego, negar el acierto del montaje de Pagliacci, ni tampoco dejamos de celebrar la vigencia parcial de la "reposición" de Black, el payaso. Con lo que discrepamos radicalmente es con el emparejamiento de ambas piezas, considerando además que la decisión de incorporar la segunda a un proyecto en el que se partía de la primera es un terrible error. No sólo se trata de que Black sí funcionara con la dramaturgia de María José García en el Español y haya fallado con la de Ignacio y María José García en la Zarzuela. Además de ese fallido aumento de escala, lo que perjudica notablemente a la propuesta de Ignacio García es suceder la pieza de Sorozábal con una obra con la que no contrasta y con la que no se produce un diálogo enriquecedor, sino ante la que, por el contrario, se ocasiona una anulación. La unidad de estilo alrededor del mundo del circo o la cita del "Ridi, Pagliacco", ¿creen que pueden sostener esta combinación de títulos? Nosotras, desde luego, pensamos que no. Dejamos para el final una reflexión de carácter ético. Más allá de hacer un flaco favor a Black, el payaso programando Pagliacci o de no aportar nada a Pagliacci antecediéndolo de Black, nos parece indefendible que un teatro público dedique un presupuesto sea el que sea a poner en escena una de las óperas más difundidas del repertorio. ¿Es necesario esgrimir datos como los de las estadísticas de Operabase sobre programación operística (donde Pagliacci ocupa el puesto décimonoveno entre las óperas más representadas en el mundo durante el lustro 2008/09 a 2012/13) para hacer ver que un teatro de la especificidad de la Zarzuela en una coyuntura económica como la que atravesamos no se puede permitir optar por una obra como esa? Cualquier espectadora madrileña o española ha gozado y gozará de múltiples oportunidades para disfrutar de la maravillosa ópera de Leoncavallo a lo largo de su vida aunque el Teatro de la Zarzuela no la programe. Pero lo que La Zarzuela deje de programar, eso, seguramente nadie más se encargará de representarlo. Como ocurre con la obra lírica menos conocida de Sorozábal, sin ir más lejos, un autor que escribió un puñado de piezas breves de perfecta factura que hubieran podido acompañar con mucha más coherencia estética a nuestro desdichado Black. Pero no dejemos que el desaliento nos invada, y pensemos que se trata de una mácula en una temporada (casi) plena de aciertos. © La linda tapada, zarzuela.net, 2014
10-IV-2014 |