El barbero de Sevilla + Bohemios Teatro de la Zarzuela (Madrid 2007) (© Jesus Alcantara)
Javier Galán al frente del Coro de bohemios

Libros • Guillermo Perrín y Miguel de Palacios
El barbero de Sevilla / Bohemios
Música • Gerónimo Giménez & Manuel Nieto / Amadeu Vives


Teatro de la Zarzuela
(4 de Marzo de 2007)


Christopher Webber


Un programa doble operístico

Puede que la zarzuela sea la hermana pequeña de la ópera, pero el comportamiento que guarda con relación a esta última no es siempre muy respetuoso, rozando en algunas ocasiones la impertinencia. Este hecho queda puesto de manifiesto tanto en el subgénero de las parodias musicales como en el grupo de obras del corte de El dúo de La africana, el gran retrato de los entresijos humanos de esa forma musical que el Dr. Johnson definió en su famoso diccionario como “un entretenimiento exótico e irracional”.

El barbero de Sevilla si bien tiene poco que ver con la música de Rossini trata sin embargo los líos de entre bastidores de una compañía de ópera de provincias que lleva de gira esa famosa obra maestra. Elena quiere convertirse en una cantante lírica ante la oposición –por razones morales– de su padre. Su madre y su profesor de canto aprovechan la ausencia de Don Nicolás para empujarla a los escenarios interpretando el papel de Rosina en una representación imprevista de la célebre obra rossiniana que va a tener lugar en Burgos, ciudad a la que también ha acudido secretamente el padre de la muchacha acompañando a su amante (que como todos pueden imaginar es la primera tiple de la compañía de ópera). En una escena de camerinos donde se alcanza el clímax dramático, con un ritmo frenético y un texto sugerente, dignos de los vodeviles de George Feydeau, la madre de Elena descubre la verdad pero decide posponer su venganza para poder disfrutar del triunfo artístico de su hija.

El perfectamente acabado sainete finisecular de Perrín y Palacios es brillante en la delineación de sus personajes y en la medida de sus tempos. Aunque gran parte de su partitura está formada por números musicales independientes de la acción esto no rige para el impresionantemente desarrollado concertante de la escena conclusiva, donde participan todos los personajes de la obra y en el que la parodia de la convención operística no es óbice para hacer uso de ella con enorme talento. ¡Bravo por Nieto! (¿o por Giménez?) Con una puesta en escena y una escenografía de elegante factura, el sainete se beneficia de la sobresaliente actuación de todo el reparto. Charo Reina, cual matriarca dominatrix, encabeza el cuadro de honor del mismo. En el ámbito vocal comparten méritos una cálidamente efusiva diva rival, encarnada por Milagros Martín, y una Elena llena de alegría, interpretada por Carmen González. Como calentamiento vocal antes de abordar su parte de Rosina, esta última soprano tiene que cantar la popular polonesa “Me llaman la primorosa” con el consabido arte al que nos tiene acostumbrados. González sale vencedora de la romanza a pesar del despropósito de puesta en escena que acompaña su desarrollo (con doncellas travestidas y arcos triunfales con bombillas que recuerdan los espejos de los camerinos). Además de lo “exótico e irracional”, esta extraña ambientación, que contrasta con la nitidez escénica del resto del montaje, resulta dramáticamente fallida.

El barbero de Sevilla - Concertante (© Jesus Alcantara)
El barbero de Sevilla - Concertante

Es muy acertada la idea de emparejar una obra poco representada y quintesencia de la feliz inspiración zarzuelísitica como El barbero... con un clásico como Bohemios, donde los dos protagonistas masculinos se dedican a escribir alegremente uno de esos “espectáculos exóticos e irracionales”, y que de forma similar concluye con una actuación en un teatro –en este caso la grandiosa Opéra-Comique de París–. Pero mientras que en el juguete cómico de Perrín y Palacios el texto gobierna el drama, aquí la superficial alusión de los mismos autores a las románticas y urbanas Scènes de la Vie de Bohème de Henri Murger fue un mero pretexto para la creación de una partitura que ha sumado un incontable número de admiradores desde su estreno en 1904. Éstos han sido mis primeros Bohemios en directo; mi primera sorpresa, comprobar que no he intentado en ningún momento comparar la zarzuela con la obra maestra pucciniana con la que comparte fuente literaria –Vives colorea su historia de amor con una enorme personalidad plasmada en pinceladas de exquisita delicadeza–. La segunda cuestión que ha llamado mi atención es el hecho de que a pesar de su ambientación parisina y de la baja densidad de su urdimbre dramática, Bohemios es una obra sustancial gracias a una acertada integración de lo ligero y de lo serio en la partitura.

Bohemios - Escena final [© Jesus Alcantara]

La nueva producción consigue captar sin esfuerzo ambas caras de la obra. Los decorados nocturnos del Quartier Latin de Pep Durán complementan, bajo la luz tamizada de siniestra opalescencia de unas farolas de gas, la bien pensada producción de Josep Maria Mestres. El tratamiento existencialista de la fiesta en la Opéra-Comique, con los personajes vagando cual almas absortas en su propio mundo para terminar en un extático final colectivo, resulta especialmente efectivo. Lo cómico es atenuado con talento en esta interpretación; para el caso de Enrique Ruiz del Portal este aspecto es calibrado de manera perfecta en la parodia de suicidio del poeta Víctor, que por un instante se nos muestra convincentemente próxima a la realidad.

Como ocurre con la obra que abre el programa, el Teatro nos ha regalado un reparto de lujo, con un Javier Galán en la crucial aunque breve parte solista del Coro de bohemios, el número vocal más celebrado (¡y español!) de toda la partitura. Ángel Rodríguez es un efectivo Roberto; su delicadeza vocal contrasta de manera conmovedora con la torpeza física emanada de su gran humanidad. Carmen González es de nuevo mucho más que una simplemente correcta cantante-musa y Pedro Miguel Martínez regresa con una sutil lectura del efusivo mecenas Girard, no traspasando nunca la frontera de la afectación. El único reparo a poner a toda la velada afecta al gran intermedio orquestal, adelantado a la transición entre los dos primeros cuadros y dirigido por Miguel Roa con una sorprendente falta de energía a la que se une una ejecución no impoluta. En cualquier caso es difícil imaginar esta pequeña joya de Vives mejor servida. La ópera no debería de ignorar a esa hermana menos pequeña de lo que se cree. Yo instaría a cualquier persona que desconfíe de las posibilidades artísticas de la zarzuela a degustar la ligera seriedad de esta mágica pieza en un acto.

© Christopher Webber 2007
© Traducción española Ignacio Jassa Haro 2007


Reparto: El barbero de Sevilla – Charo Reina (Doña Casimira); Miguel López Galindo (Bataglia); Carmen González (Elena); Luis Perezagua (Don Nicolás); Enrique Ruiz del Portal (Sánchez); Marco Moncloa (Martín); Milagros Martín (La Roldán); Jesús Ortega (Pérez); Iván Nieto–Balboa (López). Bohemios – Ángel Rodríguez (Roberto); Enrique Ruiz del Portal (Víctor); Carmen González (Cossette); Karmelo Peña (Marcelo); Resu Morales (Pelagia); Pedro Miguel Martínez (Girard); Ana María Fernández (Juana); Begoña Álvarez (Cecilia); Javier Galán (Un bohemio). Josep Maria Mestres (dir. esc.); Pep Durán (escenogr.); Nina Pawlowsky (figur.); Juanjo Llorens (ilum.); Montse Colomé (coreog.); Coro del Teatro de la Zarzuela (dir. Antonio Fauró); Orquesta de la Comunidad de Madrid; Miguel Roa (dir. mus.)


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portada de zarzuela.net