Tres sainetes picarescos de Barbieri

El hombre es débil
(Libreto: Mariano Pina Bohigas)
Los dos ciegos
(Libreto: Luis de Olona)
El niño
(Libreto: Mariano Pina Bohigas)

Ópera Cómica de Madrid
Teatro del Bosque,
Móstoles (Madrid)

25 de septiembre de 2004

Ignacio Jassa Haro

Tomas Saavedra Barrera
Francisco Asenjo Barbieri


Estos sainetes picarescos fueron estrenados el año 2001 en la edición número cincuenta del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Se presentan ahora en el Teatro del Bosque de Móstoles, una localidad del sur de Madrid que ha visto potenciada su vida cultural desde la no muy lejana apertura de este espacio escénico. Sin ir más lejos hace tan sólo un año la compañía que hoy nos congrega estrenó aquí en coproducción con el propio teatro una bella producción de Mis dos mujeres (zarzuela grande de Barbieri y Olona) de la que ya hemos hablado por partida doble en zarzuela.net al reseñar grabación en DVD y representación. Pero volviendo a la cita que aquí nos trae hemos de comenzar diciendo que se trata de un montaje de teatro lírico ajustado a los estándares de producción vigentes en la actualidad salvo por una cuestión de índole musical: del apoyo instrumental necesario no se encargó una orquesta sino un pequeño grupo de cámara.

Fue costumbre totalmente extendida durante gran parte de los siglos XIX y XX la de hacer transcripciones de las obras musicales de éxito para múltiples combinaciones instrumentales y/o vocales. Así lo mismo se podía escuchar cualquier gran suceso lírico en una casa particular a través de una reducción para canto y piano que oirla en la calle a un organillo o en un salón de moda a una formación de cámara. No es por lo tanto un disparate el tratamiento camerístico de estos sainetes que tiene su fundamento en dicha costumbre; pero a la razón erudita podemos sumar una decidida voluntad de remarcar el valor de preciosa miniatura que estas músicas tienen y que encuentra en el intimismo del sexteto de cuerda con piano un perfecto medio de expresión. No pudiendo obviar el acierto estético que esta aproximación minimalista tiene hemos sin embargo de expresar nuestro pesar por no poderse apreciar el color original de la música compuesta por Barbieri.

Esta singular fórmula de acompañamiento decantó a los responsables del montaje a ubicar juntas escena y música en las tablas. Esto dio a la representación un especial encanto. La luz señalaba a los instrumentistas (situados en el extremo izquierdo de la escena) cuando éstos intervenían quedando a oscuras en los parlamentos. La escenografía, pese a su sencillez y escaso volumen –venía a ocupar dos terceras partes del escenario– dotó de un bello marco a las tres jollitas de Barbieri. Atrezo, vestuario e iluminación dieron vistosidad a un entonado conjunto que sirvió con eficacia para recrear unos ambientes que se movían siempre en el ámbito de lo urbano o de lo pequeño-burgués.

Se abría la velada con El hombre es débil, la más moderna cronológicamente (fue estrenada en 1871) aunque sea la que probablemente peor ha envejecido. De ella proviene la habanera “Te llevaré a Puerto Rico...” que más tarde hizo célebre Pablo Sarasate al tomarla como base para componer su propia Habanera. La obrita muestra un triángulo amoroso, el que forman una joven criada, Tecla, con Luciano, su señor y con Pascual, otro criado de la casa. El amo, que está casado y es muy recto, es seducido por Tecla pero tiene que renunciar a un amor imposible y decide dotar a la chica para casarla con Pascual. Presenta cierto grado de modernidad la crítica de la doble moral de la sociedad que guarda las formas pero por debajo se salta sus propias normas.

La velada continuaba con Los dos ciegos, la más antigua de la tríada (1855). Este sainete es un divertimento intrascendente pero que conecta con el público por sus referencias a uno de los grandes temas de nuestro siglo de oro: la picaresca. Francisco Matilla adapta el texto original de Luis de Olona en el que dos falsos ciegos mendigos se disputan los “clientes” en varios puntos de Madrid haciendo aparecer al final a un representante artístico de “intérpretes lisiados callejeros” que trueca la competencia desleal en coordinado trabajo en equipo.

Con El niño - todavía de fecha temprana en la carrera de Barbieri (1859) - se cerró el programa triple. Se nos presenta aquí una historia de enredo mínima pero plena de vitalidad, y especialmente bien plasmada en esta puesta en escena. Una mujer casada por conveniencia con un barón portugués mayor que ella sueña con encontrar al apuesto oficial que acompañó a su padre en el lecho de muerte. Y es que el anciano al morir entregó su petaca al joven como símbolo de la concesión de la mano de su hija. Como tras pasar los meses el oficial no aparece la joven acaba casándose con el portugués. La historia nos muestra a Félix –sablista que aunque ganó la petaca al militar jugando a las cartas, es ignorante de su significado– introduciéndose en la casa de los barones para tratar de sacar tajada de estos opulentos señores. Cuando la baronesa descubre la petaca cree ver emocionada al hombre que su padre le había destinado como esposo. Mientras están conversando llega el barón y Félix tiene que ocultarse en la cuna del pequeño hijo del matrimonio lo que genera todo tipo de divertidos equívocos. Al final se arregla el desorden “moral” por intercesión de la criada de la casa, Paca, que gustosamente da coartada al joven diciendo que es su novio y había ido a visitarla.

El niño nuestra a pesar de su mayor antigüedad, rasgos teatrales y musicales más próximos al género chico que El hombre es débil, mucho más enraizado en lo tonadillesco. Pero en cualquier caso hay que destacar que tanto estas dos obras “chicas” de Barbieri como Los dos ciegos están más próximas a la gran tradición del teatro breve español (desde el entremés a la tonadilla escénica) que al subgénero teatral inventado en 1868 por Vallés, Luján y Riquelme aunque más tarde consagrado por Chueca y Cía. En cuanto a la música, Barbieri escribe tres partituras sencillas llenas de ritmos bailables y melodías pegadizas dispuestos en números próximos al concepto de cuplé o canción. No obstante algunos números están más impregnados de la acción del sainete mostrando notables valores dramáticos.

Cuatro grandes artistas encarnaron los papeles solistas de las tres obras. La ágil dirección de escena de Francisco Matilla hizo que todos ellos parecieran los más indicados para interpretarlos. Ricardo Muñiz mostró una gran versatilidad dando vida a un digno Luciano, el hombre débil que da título al primer sainete, a un pícaro Jeremías, uno de los dos ciegos y a un fogoso Félix, el joven que se hace pasar por el niño de los barones. Especialmente cómico se muestra en este último sainete en la magnífica escena de la cuna junto a Francisco Matilla.

Aunque estaba anunciada la presencia del barítono Carmelo Cordón finalmente fue el propio Matilla quien se encargó de esa cuerda en los tres sainetes, interpretando al rústico criado Pascual en El hombre es débil, al músico callejero Roberto, el otro de los dos ciegos, y al portugués padre de el niño. ¡Qué decir de quien es el alma de estas recuperaciones! Matilla vive estas obras como propias y de hecho lo son puesto que como adaptador es coautor de los libretos.

Ruth Delaria tuvo dos intervenciones de parecido signo y resultado artístico. En El hombre es débil se encargó de dar vida deliciosamente a Tecla, la joven sirvienta que despierta la pasión de amo y criado. Su cometido en El niño, el papel de la también criada Paca, confidente de la baronesa y clave en el desenlace feliz, fue si cabe más acertado.

Mar Abascal cierra nuestro cuarteto de protagonistas con dos roles de importancia muy desigual. Así si en El niño demuestra su natural elegancia en el papel de la baronesa, en Los dos ciegos actúa de comparsa de los protagonistas en un papel que no figura originalmente en la obra pero que ha sido añadido por Matilla para dotar de mayor brillantez al final.

En cuanto al acompañamiento orquestal, decir que el Ensamble Instrumental de Madrid tocó con un delicioso gusto de época. Además, Fernando Poblete como director musical consiguió una lectura tan sutil de la partitura que hace plantearse cómo tocan habitualmente nuestras orquestas.

Tenemos en estos tres sainetes picarescos una muestra más de lo que se puede hacer por la zarzuela con recursos limitados, que no escasos, aunque sabiamente aprovechados, con un poco de imaginación y sobre todo con muchísimo amor al género.

© Ignacio Jassa Haro, 2004


Reparto: El hombre es débil: Ricardo Muñiz (Luciano); Francisco Matilla (Pascual); Ruth Delaria (Tecla). Los dos ciegos: Ricardo Muñiz (Jeremías); Francisco Matilla (Roberto); Mar Abascal (Un maja de rumbo). El niño: Ricardo Muñiz (Félix); Francisco Matilla (El barón); Ruth Delaria (Paca); Mar Abascal (La baronesa). Ensamble Instrumental de Madrid; Fernando Poblete (Dirección musical); Francisco Matilla (Adaptación del texto y dirección de escena); Mariana Maza (Figurines); Producción de Ópera Cómica de Madrid


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portada de zarzuela.net