Inyección de energías en Jovellanos Una mezcla de casualidad y despiste quiso que la mañana del pasado 6 de diciembre, que era un día festivo en España, el maestro Cristóbal Soler citara a este cronista en su despacho oficial, situado provisionalmente en la madrileña calle de Fuencarral mientras se remodela la sede de la calle de los Madrazo, cuando la cancela exterior del edificio de oficinas se encontraba cerrada a cal y canto como manda el calendario laboral. Felizmente tuvimos que improvisar de esta manera un nuevo lugar mucho más acogedor en el que celebrar la fructífera entrevista que a continuación voy a tratar de condensar: el cercano e histórico Café Comercial de la Glorieta de Bilbao, que esa lluviosa mañana estaba rebosante de gente más ociosa (y ruidosa) de lo habitual. Antes de que Cristóbal Soler nos hablara en calidad de nuevo director musical del Teatro de la Zarzuela -un cargo que ocupa oficialmente desde septiembre de este año cuando finalizó, por jubilación, la larga colaboración del maestro Miguel Roa con esta institución- quisimos acercarnos al hombre que hay detrás de ese imponente cargo. Nos narró Cristóbal de forma apasionada sus inicios profesionales en su Valencia natal, una tierra a la que le debe "muchísimo" y con la que está "muy agradecido por el apoyo" que siempre le ha prestado. Esos primeros pasos de su carrera artística, primero en una rondalla y luego en una banda de música (al principio tocando la flauta y más tarde dirigiendo) respondieron ya a una auténtica "pasión por la música" que no le va a abandonar jamás. Soler estudiará con ahínco flauta, violín, piano, armonía, contrapunto y fuga, composición y dirección orquestal obteniendo brillantes calificaciones y renunciando por el camino a la temprana posibilidad de ganarse la vida dirigiendo bandas o a ocupar una plaza de instrumentista obtenida por oposición. De todo este período formativo recuerda con especial afecto al maestro José Mª Cervera Collado quien se tornará en su mentor dándole la oportunidad de colaborar en calidad de asistente en emblemáticos teatros como la Zarzuela o el Liceu. Con 22 años se pone al frente de la Sociedad Santa Cecilia de Cullera donde tiene una trascendental experiencia para su posterior dedicación al foso, al contar con una banda, una joven orquesta, un coro y un grupo de teatro que le permitirán disponer de una verdadera compañía lírica como laboratorio de pruebas. Cinco años después se involucrará en la creación de la Orquestra Filharmònica de la Universitat de València (que acaba de cumplir nada menos que 15 años) con la que en 1998 obtendrá el primer premio en un prestigioso certamen de orquestas juveniles celebrado en Viena. Esta experiencia culminante le impulsará a pedir una excedencia y continuar su formación como director mediante un postgrado en Múnich y una estancia posterior en Viena, que se extienden cerca de siete años durante los cuales va a entrar en contacto con multitud de directores. Personalidades como el gran repertorista Jacques Delacôte o el eminente musicólogo Nikolaus Harnoncourt le producirán una profunda impresión en su forma de abordar la dirección operística con practicidad, rigor analítico y fidelidad a la fuente.
Cuando le pedimos que nos explique de qué forma ha accedido a su actual puesto Cristóbal Soler nos cuenta que la propuesta vino desde la propia dirección del Teatro de la Zarzuela ("fue Luis Olmos quien me llamó") que le ofreció un contrato por un año, periodo de tiempo en el que el actual director artístico continuará rigiendo este coliseo. Como es natural la temporada presente ya estaba cerrada cuando él accedió al puesto pero aún así Soler tiene el importante encargo de programar -musicalmente hablando- el siguiente curso (2011/12). Y para no precipitarse en la toma de decisiones lo primero que ha hecho desde su llegada a Jovellanos ha sido "escuchar, ver, conocer " Soler cree que su nombramiento es "lo mejor que le puede pasar a un director orquestal español" y tiene muy claro que su misión es "difundir, cuidar, velar por el género" algo que piensa hacer "desde esa formación integral" que ha adquirido en España, Alemania y Austria. Gracias a su perfil pretende aportar a ese puesto un trabajo de calidad realizado siempre con rigor y dirigido no sólo al gran repertorio, ese que tiene una rápida respuesta en taquilla por parte del público, sino también apostando por innovar a través de la recuperación de obras hoy olvidadas pero dotadas de incuestionable calidad. Para materializar esos planes Cristóbal Soler planea poder "seleccionar los mejores cantantes" a la par que extraer lo mejor de los "estupendos conjuntos estables de la casa" (la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el Coro del Teatro de la Zarzuela) que tienen "talante y talento" para dar muchísimo de sí.
Pero maestro, le espetamos a Soler, ¿cómo va a hacer posible esos ambiciosos planes con una reducción presupuestaria tan drástica como la anunciada? [¡Un 25% menos que la anterior temporada!] Está claro que "en tiempos difíciles hay que agudizar el ingenio" nos contesta. La solución fácil hubiera sido reducir la temporada en otro 25%, es decir, eliminar al menos una producción escénica del cartel, pero el nuevo director musical ha tenido claro desde un principio que eso resultaba inaceptable. "Tenemos que optimizar los recursos rentabilizando, sobre todo, a esos colectivos propios como son la orquesta y el coro del teatro", nos dice Soler, a la par que añade que "todos nuestros colaboradores artísticos deberán hacer un sacrificio ante esta triste situación ajustando sus cachés al presupuesto del teatro" para poder así mantener o acrecentar la cantidad y calidad de los títulos programados. Potenciando la vocación del teatro como institución pública al servicio de toda la sociedad una iniciativa importante que Soler quiere llevar a cabo es la creación de una convocatoria de audiciones para cantantes. En breve más de 60 jóvenes voces van a disponer de la oportunidad de demostrar sus cualidades y de este modo pasar a enriquecer los nutridos elencos del teatro durante las próximas temporadas ("aquí hay mucha necesidad de voces puesto que tenemos montajes con dos e incluso tres repartos"). "Ojalá que algunos de los nombres que debuten en esta casa próximamente no puedan venir dentro de cinco años cuando les volvamos a llamar porque tengan que cantar en el Met o en la Scala" apostilla sonriendo Soler.
Queremos saber qué importancia otorga Cristóbal Soler a una posible política de grabaciones, hasta ahora ausente de la casa que desde hace poco dirige. ¿Comparte con nosotros la idea de que el bloqueo actual de dicha actividad tiene consecuencias muy negativas sobre las posibilidades de ampliación del público zarzuelístico impidiendo, por ejemplo, el acceso al género a la gente joven o a personas de otros países? "Sí", dice con rotundidad, "ésta es una de nuestras prioridades por resolver". El teatro lleva registrando en calidad digital las últimas producciones y cuando se logren solucionar los "problemas burocráticos" existentes, sobre los que se está trabajando ya, se podrán comercializar en DVD dichas grabaciones. Pero al margen del propio teatro y aprovechando su cargo Cristóbal Soler está transmitiendo su inquietud por grabar zarzuela allá donde empuña la batuta. Sin ir más lejos, hace unos pocos días y tras obtener un ruidoso éxito con la Orquesta de Navarra en el Auditorio Baluarte de Pamplona con una gala de zarzuela animó a los gestores de esta orquesta a que, tras finalizar su proyecto Sarasate con Naxos, no se olviden de dos grandes compositores líricos de la Comunidad Foral, Emilio Arrieta y Joaquín Gaztambide, cuyas lagunas discográficas son imperdonables. A tenor de lo que declaró el fundador de Naxos, Klaus Heymann, en la entrevista que concedió a nuestro editor Christopher Webber el pasado mes de junio en este mismo portal, somos optimistas sobre la posibilidad de que el sello con base en Hong Kong se involucre en proyectos de esta naturaleza. ¿Qué otros planes artísticos tiene Cristóbal Soler al margen de esta responsabilidad que en la actualidad copa el grueso de sus preocupaciones? "Mi prioridad ahora es el Teatro de la Zarzuela y el género lírico español". No obstante Soler es principal director invitado de la Orquesta Clásica Santa Cecilia, un conjunto privado con el que dirige un programa sinfónico cada dos meses en el Auditorio Nacional madrileño, a la par que colabora con asiduidad con la Orquesta de Valencia y la Orchestre de Chambre de Lausanne. Una interesante cita en un futuro próximo es la recuperación absoluta de la ópera italiana L'Indovina con música de Salvador Giner sobre libro de Temistocle Solera con la Orquesta de Valencia y un destacado elenco vocal, que Soler dirigirá y grabará en el próximo concierto del Día de la Comunitat Valenciana y de la que además ha realizado una edición crítica.
Para despedirnos de Cristóbal le pedimos una opinión personal que de nuevo nos acerque al hombre. A través de la experiencia que su origen valenciano y su formación en el mundo alemán le han otorgado ¿qué piensa él que fundamenta el amor de la gente de dichos lugares por la música? Y yendo más allá todavía ¿cómo puede curarse nuestra sociedad de esta desafección por lo musical que actualmente padece? Soler no lo duda: "la educación" es la clave del cambio, algo que sólo puede producir resultados a largo plazo. La música necesita ser implantada en los colegios, ser enseñada de manera práctica a los niños desde pequeños, promoviendo que éstos se integren en conjuntos corales y orquestales. Sólo con una educación musical general se podrá tener "un público preparado, abierto, sin prejuicios" que sepa valorar la interpretación musical como un fruto del ahora, como algo que hace, por ejemplo, de cada función de una misma producción lírica algo diferente y único. "Cuando dirijo 22 noches un mismo título, las 22 son distintas; aunque yo me entrego en cada una al máximo, hay una serie de permutaciones que hacen que nada sea igual de una a la siguiente. Por eso defiendo la música en vivo". Una hora larga de charla distendida pero intensa nos hace concebir enormes esperanzas ante la nueva etapa del Teatro de la Zarzuela que este hombre jovial y vitalista va a comandar. Hemos denunciado una y mil veces desde esta y otras tribunas que aunque la nave viaja en el rumbo correcto -la calidad artística creciente, tanto musical como teatral, de los montajes de las últimas temporadas está ahí para constatarlo- viene haciéndolo con los motores trabajando a medio gas. Las energías que Soler transmite nos permiten creer que, por fin, alguien se siente suficientemente implicado como para hacer que el barco pueda navegar a toda máquina en un plazo razonable y ello, por supuesto, cuidando al máximo el rigor artístico, que ya es signo de identidad de la casa. Sólo así se podrá practicar una política programática plenamente definida que permita combinar el cultivo del repertorio más popular y demandado por el público con la imprescindible recuperación de las incontables riquezas líricas hoy olvidadas que el género zarzuelístico atesora. © Ignacio Jassa Haro 2010
12/XII/2010 |