Harmonia Mundi France El giravolt de
maig Todo el mundo en El giravolt de maig (“El cambio de mayo”, 1927) sueña con ser alguien distinto a quien es. El mozo del hostal pirenaico aspira a ser un soldado y la hostelera quiere ser la reina de los bandidos mientras el bandido suspira con ser un simple hostelero. El joven seminarista aparece en escena disfrazado como un caballeresco Don Juan y la monja novicia a la que hace el amor es de hecho una popular bailarina de Barcelona. Todo ello en esta mágica noche de mayo en la que los sueños románticos se pueden convertir en realidad, aunque sólo sea por un instante – giravolt (literalmente “voltereta”) puede significar en catalán un brusco cambio de dirección. Con sus ironías dulces y románticas, el libreto de Carner proporciona el lienzo perfecto para las dotes poéticas de Toldrà. La atmósfera de noche estival serrana es pintada con una sutil paleta armónica y un delicado color orquestal, una “noche de San Juan” de Los maestros cantores hibridada con los Chants d’Auvergne. La caracterización de los personajes es minimizada, incluso para el caso del terrible bandido Perot que queda empalidecido al lado de los contrabandistas de Bizet. La partitura consigue un bello equilibrio entre el folclore popular y las formas de danza del siglo XVIII, aunque en lo más profundo Toldrà evoca un mundo de delicada comedia que no tiene parangón en ninguna otra ópera. El equivalente más cercano podría ser la Maskarade de Nielsen, otra obra adorable que también se ha encontrado con obstáculos a la hora de traspasar fronteras. Quizá la poco manejable extensión en un acto de esta pieza ha jugado un papel negativo entre los programadores; pero al margen de eso la falta de “populismo” de la fragante partitura de Toldrà ha resultado, sin ninguna duda, contraproducente. Esperemos que esta excelente grabación nueva alcance una distribución más amplia que su predecesora, registrada en 1968 y reeditada en cedé en 1995 por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya para conmemorar el centenario del compositor. Cuarenta años después, su director no ha cambiado. La transparente lectura del balance orquestal y del ritmo de la partitura por parte de Ros Marbà siguen siendo igual de satisfactorios; la interpretación es si cabe superior y la grabación más completa y cálida sin sufrir ninguna pérdida de claridad. Hay en cualquier caso menor sentido de la teatralidad, especialmente al principio, donde la mágica distancia que Toldrà hace mantener al pastor es contradicha por una voz que nos chilla al oído desde la proximidad. ¿Por qué? Hay también una pequeña pérdida de ingenio y frescura en la caracterización de algunos personajes, con un Stefano Palatchi de confusa voz de bajo quedando en el rol del bandido por debajo del cómico fanfarrón de Raimundo Torres en el álbum de 1968. Una vez comentado esto hay que decir que el nuevo registro cuenta con la gran virtud de estar excepcionalmente bien cantado, pudiendo presumir de poseer una excelente pareja de jóvenes amantes enmascarados en el viril pero sensible Golferic de David Alegret y en la fuera de lo común Rosaura de Núria Real. Su tersura vocal, de gran lustre, su perfecta técnica y su musicalidad contagiosa me han obligado a tomar buena nota de ella; estoy sorprendido de no haber tenido más noticias suyas provenientes de los escenarios internacionales. El folleto que proporciona Harmonia Mundi incluye unas atractivas ilustraciones en color que reproducen los figurines de la producción original. Es una pena que sólo figure la traducción castellana de las notas y de los ricos textos plenos de poesía de Carner, una desconcertante decisión para una compañía internacional con altos ideales artísticos y algo que jugará en contra de la promoción de Toldrà más allá de los límites de la Península Ibérica. Sin siquiera incluir las sinopsis en francés, alemán e inglés, parece como si el El giravolt de maig estuviera condenado a continuar siendo un tesoro catalán escondido para el resto del mundo. © Christopher Webber 2008 English 21/IV - 21/V/2008 |