Oxford University
Press

Federico
Moreno Torroba A Musical Life in Three Acts Walter
Aaron Clark y William Craig Krause
Oxford University Press 2013
(30£/45$) ISBN 978-0-19-531370-3
(356pp.)
Este libro supone un importante hito. No solo se trata del primero
en inglés dedicado en solitario a un importante compositor de zarzuela,
sino que además es la primera obra relevante en abordar, con
independencia del idioma, la vida, la obra y la época de
Moreno Torroba con el grado
de detalle que merecen. El tándem de autores está bien preparado
para la tarea. Walter Aaron Clark es un renombrado guitarrista
y estudioso entre cuyas publicaciones previas figuran excelentes
biografías de Albéniz y Granados. William Craig
Krause no sólo ha participado en el New Grove Dictionary of
Music and Musicians de la Oxford University Press y en otras obras de
referencia sino que ha venido investigando sobre Moreno Torroba desde mediados
de los años ochenta leyendo en 1993 su tesis doctoral. En lo que a
responsabilidades individuales se refiere, la introducción confiesa que
"en un sentido muy real, este libro es de Bill", refiriéndose
probablemente al trabajo de investigación y de síntesis del
contexto que enmarca la vida y obra del compositor. Walter "acometió la
principal responsabilidad de escribirlo, para que el prestigio de su nombre lo
dotara de consistencia", tomando seguramente un papel menos pasivo que el
aquí sugerido en las secciones dedicadas a analizar las principales
piezas de concierto para guitarra, con o sin orquesta.
Su trabajo se
organiza en tres "actos". El primero cubre el período que abarca desde
el nacimiento del compositor en 1891 hasta el estreno de Luisa Fernanda en 1932. El
segundo nos guía mediante recurrentes preguntas por la supuesta
identificación política y cultural de Moreno Torroba con la
derecha durante la guerra civil y las dos primeras décadas de la
dictadura franquista. El tercero aborda su activo otoño dorado desde los
años sesenta hasta su muerte en 1982 tras el resurgir de la democracia.
Cada "acto" se divide en tres "escenas": la primera nos proporciona un mirada
general a la historia política y cultural española en los
años sujetos a escrutinio, la segunda se centra en la vida profesional y
personal de Moreno Torroba durante ese mismo período y la tercera
incluye breves análisis de las principales obras escénicas y
guitarrísticas de cada período. A pesar de no poderse eludir una
cierta repetición y algún cruce de referencias el esquema
adoptado contribuye a evitar el carácter tedioso de las convencionales
exposiciones lineales. Esto resulta especialmente útil en un caso como
el de Moreno Torroba para el que su vida familiar y profesional parece
transcurrir de manera inusualmente tranquila, serena y excepción
hecha de un dramático incidente en los últimos años de la
República que supuso un breve pero aterrador período de
encarcelamiento cuando estuvo vinculado al compositor falangista
Tellería desprovista de toda apariencia espectacular. La
estructura a base de actos y escenas proporciona espacio y tiempo extra para
dedicarlo a los mucho más proteicos acontecimientos de la cultura y la
política nacional y, por supuesto, a la música en sí
misma.
Encontramos aquí un gran logro digno de admiración.
La compleja trama de la historia político-cultural española es
desenmarañada con habilidosa precisión y claridad:
recomendaría con todo mi entusiasmo este libro a cualquiera que busque
un estudio contextual conciso de los acontecimientos políticos de la
España de fines del siglo XIX y del XX, especialmente en lo que afecta a
sus músicos y su música. Moreno Torroba fue conservador como
persona y como creador, pero su conservadurismo musical centrado en la
noción de casticismo o "pureza cultural española
tradicional" no significa para nada inmovilismo, incluso (aunque resulte
sorprendente) durante la era de Franco; y el libro proporciona el consiguiente
espacio para analizar las contracorrientes contra las que Moreno Torroba
emprendió su ataque desde la retaguardia. Pero antes de eso la
descripción del descenso de España hacia la anarquía en
los años treinta y el florecimiento de la "cultura de la evasión"
bajo la mano de hierro de Franco (asumiendo una defensa del "viejo Madrid" y
una tergiversada nostalgia por el género chico) son descritas de manera
imparcial y presentadas con enorme lucidez. A pesar de estar trufado de
cuidadas notas al pie, me satisface poder decir que el libro está
dirigido tanto a estudiosos como a lectores en general.
Los capítulos que abordan la vida personal y profesional de
Moreno Torroba son casi sin excepción de gran nivel. De nuevo tanto la
investigación como la documentación están acometidas
meticulosamente; las numerosas citas, lo mismo de sus propios textos como de
entrevistas en medios de comunicación españoles, están
bien elegidas y resultan apasionantes. Como hombre, el compositor de Luisa
Fernanda parece haber sido un persona finamente educada, cortés y
respetuosa con un punto de insulsez. Como compositor, director de orquesta y
empresario profesional y de sólida experiencia, su enérgica
ética de trabajo y su producción resultaron asombrosos hasta el
final de sus días. Sin embargo el libro evita la hagiografía
dando continuos rodeos alrededor de la controvertida pregunta central:
¿hasta qué punto la reputación de Moreno Torroba se ha
visto ensuciada por su asociación con el régimen fascista? Uno
podría pensar, parafraseando a la reina Gertrude en Hamlet, que
la dama (mejor dicho, ¡los dos caballeros!) protesta
demasiado, pero en realidad se trata de una pregunta fascinante que no
tiene una respuesta sencilla y que plantea muchas cuestiones de
deontología artística e integridad moral.
Los autores ponen en evidencia
que la afirmación del propio Moreno Torroba de ser apolítico
(nunca perteneció a ningún partido político, ni
asumió ningún cargo oficial mostrando tan solo interés en
poder continuar con su actividad como compositor) resulta en el mejor de los
casos cándida y en el peor ingenua. Repasando la lista de honores
recibidos, comités en los que participó, iniciativas teatrales de
las que fue adjudicatario y oportunidades de que gozó para promocionar
en el extranjero la "Cultura Tradicional Española" durante los
años cincuenta y sesenta incluso cuando el nada musical
Generalísimo mostraba obstinadamente su poca disposición a apoyar
económicamente estas iniciativas no cabe duda de que Moreno
Torroba, así como el también muy nacionalista Joaquín
Rodrigo, fueron promovidos por un régimen que quería reafirmarse
en unas señas de identidad cultural populares. Y encontramos asimismo el
factor religioso: en ambos hombres una sencilla, demodé e inquebrantable
fe católica fortaleció su posición en los años
cuarenta y cincuenta. Pero sin intentar encubrir a Moreno Torroba los autores
muestran su comprensión hacia un compositor que permaneció junto
a su adorada España en lugar de marcharse al exilio y cuya música
no debería ser juzgada a la luz de la filiación política
que mantuvo o de la que se abstuvo de mantener. Si Torroba hizo un pacto con el
diablo, al menos lo hizo en condiciones ventajosas.
Musicalmente hablando el
lenguaje de la vanguardia le resultaba demasiado oscuro; por el contrario es
significativo ver el entusiasmo que mostraba por los musicales de Broadway o
incluso por las canciones de los Beatles. En cuanto a su relación con
sus compañeros de profesión, se trataba de una persona cuya
generosidad casi siempre le hacía obviar sus propios prejuicios. La
excepción infame que confirma la regla fue el enfrentamiento permanente
que mantuvo con Pablo
Sorozábal con consecuencias en la composición y sobre todo en
la publicación que han llegado hasta nuestros días. Sin lugar a
dudas los dos compositores congeniaban, en palabras de Clark y Krause, "como
agua y aceite". Sorozábal detestaba la ideología nacionalista de
su rival y su personalidad resultó ser tan combativa como afable era la
de Moreno Torroba. La música de aquel puede ser dura y áspera
mientras que la de Moreno Torroba se nos presenta como la facilidad hecha sol y
relax. Sin embargo este "genio" no era, como el propio Moreno Torroba puso de
manifiesto en una entrevista de 1982 citada en el libro, "solitario"
contaba con muchos partidarios artísticos y personales así
como con no menos afecto por parte del público. Y dada su propia
vivencia escapando por los pelos de su ejecución al final de la guerra
(que puede seguirse en el fascinante artículo de Javier Suárez
Pajares publicado en el libro-programa de La tabernera del puerto
publicado en 2006 por el Teatro de la Zarzuela) Sorozábal tenía
motivos más que suficientes para despotricar de los compositores que
prosperaron bajo la égira de Franco. Aunque, claro, sólo contamos
con una versión de este episodio.
Moreno
Torroba como compositor-empresario inspiró una corriente de lealtad en
derredor de sí. Sus relaciones con músicos principalmente
con Segovia, fuente de inspiración de muchas de sus bellas (aunque en
ocasiones anodinas) obras para guitarra, aunque también con Los Romero,
Plácido Domingo y sus padres, el inspirador director Fernández
Arbós y otros muchos fueron amistosas, comedidas y basadas en el
respeto mutuo. Todo ello está bien expuesto en el libro, aunque hubiera
sido deseable dedicar más espacio a la exploración de su trabajo
como director, tanto en el ámbito de las salas de conciertos como en el
de los estudios de grabación discográficos y
cinematográficos. Esta dedicación tuvo casi tanto peso en la vida
de Moreno Torroba como la composición, y aunque su (en apariencia
limitada) técnica como director es discutida brevemente en estas
páginas, sus numerosas grabaciones completas de zarzuela no son
examinadas; no se valora por ejemplo la energía creativa de que infunde
a sus mejores grabaciones, como El caserío de Guridi y Maruxa de Vives, ni su
perdurabilidad. Ambas grabaciones vieron la luz como bandas sonoras para la
vívida serie de zarzuelas televisivas que realizó junto a Juan de
Orduña. Este proyecto tan sólo es mencionado de pasada, sin
valorar su trabajo editorial adaptando radicalmente, reorquestando, e incluso
como es el caso de La
canción del olvido de Serrano componiendo una
canción original (¡muy buena!) para alargar el metraje.
Y esto nos
conduce a las secciones analíticas de esta Vida musical en tres
actos. Las obras para guitarra reciben un buen tratamiento, algo que no nos
sorprende dada la participación de Clark. Él escribe con
sagacidad sobre la génesis, estructura y contenido de las piezas breves
y las suites a solo hay una anécdota maravillosa de su
consulta a Segovia sobre el significado de Madroños, una de sus
más sabrosas minituras de entre el centenar largo que
escribió. De acuerdo a su legendario dedicatario, podría
refererirse a los gritos de los vendedores callejeros de cacahuetes, o
quizá a las pequeñas bolitas de tela cosidas a las faldas de las
bailarinas", o quizá, como el propio Clark sugiere, la referencia obvia
-dado que el título se refiere a los pequeños arbustos que avivan
el paisaje madrileño- es la correcta. Este caso nos sirve de ejemplo
para ver que no se pueden tomar demasiado literalmente en cuenta los
títulos románticos de las miniaturas (ya sea suites de
puertas, castillas o lo que sea). Dichos nombres reflejan más ciertas
emociones que localizaciones geográficas concretas. Como Clark recalca,
Moreno Torroba no tuvo reparos en cambiar el título de su popular
Romance de los pinos por uno nuevo, Montemayor, cuando
incluyó dicha pieza en sus Castillos de España.
Cuando
se trata de obras orquestales de concierto, nos encontramos con un nivel
similar de corrección analítica: de hecho hemos encontrado en los
Diálogos quizá su concierto más
original y en el Concierto ibérico más frescura al
reescucharlos tras la lectura del libro. Es esta una sección de la
publicación donde la repetida aseveración de que Moreno Torroba
era un buen orquestador es, al menos, valorada y justificada en cierta medida.
Sus ballets tardíos reciben sin que entendamos por qué menos
espacio, dedicado principalmente a realizar una encomiástica
descripción general. Merecerían haber sido abordados mucho
más ampliamente.
Descripción
encomiástica en lugar de observación aguda es asimismo la
tónica dominante del tratamiento dado a las diez óperas y
zarzuelas representativas elegidas de entre sus más de cien obras para
la escena. Se proporcionan breves resúmenes argumentales y concisos
comentarios de sus números musicales, pero hay muy poca sustancia que
ilumine ese impresionante resorte de dinamismo teatral que hizo de Moreno
Torroba un "monstruo" de la escena con tanto éxito. Luisa
Fernanda es discutida con modestia en alrededor de quince páginas,
sin tener en cuenta las controvertidas revisiones (para muchos terriblemente
edulcoradas) de la partitura que el compositor realizó a partir de los
años cincuenta. Éstas han sido desafortunadamente incorporadas
por su hijo a la nueva edición del ICCMU -junto con una suite de
danzas descubiertas en el archivo de la SGAE un par de años
atrás, que el compositor también añadió de un modo
desconocido pero a las que, una vez más, el libro no alude-.
La
chulapona es abordada de manera equilibrada en tan solo ocho
páginas que incluyen ejemplos musicales mientras que a la favorita del
compositor, Monte Carmelo, le dedican cinco. Y es aquí donde uno
comienza a preocuparse por los criterios selectivos de los autores del libro.
Aunque éstos están de acuerdo con que esta obra
cautivadora merecería ser recuperada, no nos queda claro,
más allá del exceso de superlativos vertido, por qué
piensan que es tan cautivadora (o por qué Moreno Torroba la
prefería a Luisa Fernanda) tanto en el terreno musical como en el
dramático. De hecho, la comedia sentimental aristocrática
decimonónica de Romero y Fernández-Shaw no es uno de sus textos
más sólidos y la partitura adolece de esas melodías
románticas de indeleble recuerdo que constituyen el principal valor de
Moreno Torroba. No hay en ellas nada que se acerque remotamente por ejemplo a
Amor, vida de mi vida de Maravilla, a la que los autores
dedican unos emocionados elogios casi al final del libro. La verdad es que el
encanto nostálgico de Monte Carmelo se ha desvanecido, incluso si
obviamos el pesimista final religioso en el que los dos pretendientes de la
frustrada heroína ¡prefieren enclaustrarse a casarse!

La decisión de no estudiar en profundidad la dramaturgia de
Moreno Torroba y el consiguiente error al dejar de examinar algunas de sus
más interesantes zarzuelas caídas en el olvido en otra
palabras, de no separar el grano de la paja es para mí la gran
limitación de este libro. Aunque los autores tienen una idea de conjunto
de la historia de la zarzuela romántica no son capaces de ponerla en
relación con el asunto de su libro. Por ejemplo, la intrigante zarzuela
grande escrita junto a Rodrigo titulada El duende azul (1946) no es,
siquiera, citada en el cuerpo del texto, a pesar de la significación que
le otorga tratarse de una colaboración de primer nivel entre los dos
principales compositores nacionalistas españoles del momento. Algunas de
sus mejores zarzuelas de posguerra, como la inspiradamente magistral, y basada
en Chopin, Polonesa (1944), reciben una o dos frases. Del mismo modo a
la comedia lírica madrileña de 1955 María Manuela
se le dedica casi un párrafo. Último éxito popular de
Moreno Torroba, esta zarzuela contaba con libreto de Guillermo
Fernández-Shaw en colaboración con su hermano Rafael, y no con
Federico Romero, como el listado del obras erróneamente indica, a pesar
de que hacía siete años que habían roto tras otra
explosión violentísima entre Moreno Torroba y Sorozábal.
Sin lugar a dudas las consecuencias de esa batalla acontecida en 1948 cuyos
ecos han llegado hasta el presente habrían merecido que Clark y Krause
le dedicaran al menos unas palabras.
Ellos escriben, curiosamente, acerca
de una influencia de posguerra de Broadway en María Manuela,
aunque no estoy muy seguro de que ese concepto resulte aquí aplicable.
Yo indagaría más en una influencia cubana que neoyorquina. Pero
una obra anterior, cuya partitura se posiciona cual piedra angular en la que
las danzas jazzísticas modifican significativamente el nacionalismo
casticista, no es discutida aquí. Se trata de la obra de preguerra La
boda del señor Bringas (1936), última parte de la
trilogía oficiosa de sainetes madrileños modernos escrita por
Anselmo Cuadrado Carreño y Francisco Ramos de Castro. Los dos primeros
títulos de la misma eran La del manojo de rosas (Sorozábal) y Me llaman la presumida
(Alonso), ambas obras maestras consagradas del canon zarzuelístico. El
texto y la partitura que para él escribió Moreno Torroba -una
infrecuente exploración de nuestro compositor en el mundo de la
sátira urbana contemporánea- merecían un estudio
detallado, pero la mala suerte de haberse estrenado justo antes del estallido
de la guerra condenó al olvido a esta destacada zarzuela. No es
mencionada en el cuerpo del texto del libro de Clark y Krause, y aunque figura
en la lista de obras, ¡aparece con una errata!
Encontramos, de manera inevitable, algunos deslices. Se otorga
demasiado peso (como de costumbre) a Pedrell en el nacionalismo musical
hispano, y demasiado poco (como también es frecuente) a
Barbieri y
Chapí en la praxis
musical. La tempranica
de Giménez -esa
primigenia semilla en Manuel de Falla así como en Moreno Torroba- es
repetidamente nombrada como María la tempranica, que es de hecho
el título de la versión operística del propio Moreno
Torroba con que se distingue del original. Varias referencias erradas a Los
bohemios (por Bohemios de Vives), La Khovantchina y alguien llamado "Richard
Strauss, Jnr." aunque tienen escasa importancia demuestran poco rigor en el
trabajo de revisión final. Hay un párrafo (pp. 136-7) en el que
se reseña como más tardía la fecha de la muerte de Vives.
Más extrañamente Chapí, que murió en 1909, aparece
enumerado en la lista de compositores que se exiliaron en 1936 ¡y
regresaron al país en la década de los cincuenta!
Hay además uno o dos intentos poco honestos de engrandecer
a Moreno Torroba a costa de otros compositores. Él no fue el
único zarzuelero, como el texto afirma, en convertirse también en
empresario: Jacinto Guerrero
alcanzó incluso más éxito en ese ámbito y varios
cantantes del momento fundaron y realizaron giras con sus propias
compañías. Tampoco es cierto que Torroba fuera el único
compositor zarzuelístico cuyas obras se interpretaron en las salas de
conciertos. Excelentes conciertos y piezas de cámara de
Sorozábal, Guridi,
Chapí, Marqués
y Bretón han disfrutado
de bien merecidas recuperaciones e incluso de grabaciones de alto nivel en los
últimos años. Una crítica londinense de G. B. Shaw,
divertida por su tono grosero, a varias piezas de concierto de Bretón
entre ellas su delicadamente poética En la Alhambra, la
más engalanada de las obras orquestales españolas, da evidencia
de ello a pesar de su signo.
Comparaciones odiosas (y bastante estériles) aparte, este
libro es valioso y disfrutable, lo mismo si se sigue como una suerte de retrato
de quien fuera gentil, moderadamente conservador y sin embargo financieramente
astuto compositor como si es leído en calidad de narración de las
tumultuosas historia y cultura musical de la época y lugar estudiados.
Si el material referido a las zarzuelas de Moreno Torroba resulta más
escaso y menos significativo de lo esperado por nosotros, la calidad de lo
vertido sobre las obras para guitarra compensa con creces esa
limitación. El libro ha sido bellamente editado y cuenta con cerca de
treinta fotografías poco conocidas además de con abundantes
ejemplos musicales. Pero por encima de todo, el abordaje de los mitos que
rodean la vinculación del compositor con el general Franco
debería contribuir notablemente a disolver la niebla que oscurece esta
zona de la carrera del compositor. En cuanto al legado de Moreno Torroba, las
obras para guitarra sola pueden no resultar tan populares ahora como lo fueron
hace medio siglo, pero su buena factura y su encanto natural les
asegurará una permanente presencia dentro del repertorio
camerístico. Las cualidades melódicas, teatrales y orquestales de
Luisa Fernanda y La chulapona hacen de ellas parte indispensable
del repertorio al que pertenecen. Espero que este libro bien escrito
pueda estimular un renovado interés en el resto de aportaciones de
Moreno Torroba a la escena lírica española.
© Christopher Webber
2013 Traducción española © Ignacio Jassa Haro
2013
in
English
Portada de zarzuela.net
Book review
index
Federico Moreno Torroba (página biográfica
inglesa)
15/VIII/2013 |