ICCMU - Colección Música Hispana


Francisco Alonso - Otra cara de la modernidad

Francisco Alonso
Otra cara de la modernidad

Celsa Alonso González


ICCMU – Colección Música Hispana, 2014 (40€, 652pp.)

ISBN: 978-84-89457-52-2


Ocurre como en las novelas de Agatha Christie. Los grandes de la zarzuela van siendo tachados uno a uno de la lista de sospechosos. Y no porque esté muertos –que ciertamente lo están– sino por un motivo mucho más alegre: porque han hallado finalmente un biógrafo digno de ellos. Los jóvenes musicólogos españoles surgidos del inspirador tutelaje de Emilio Casares han ido generando un espléndido corpus de monografías que está asegurando que los autores de la gran tradición músico-teatral española gocen por fin del abordaje que se merecen. Ya no tendremos que confiar en esas hagiografías plagadas de anécdotas pero carentes de solidez investigativa, aunque en ocasiones escritas con gusto, que siguen a nuestro héroe desde la cuna hasta la tumba a través de un hilo de triunfos sin fin para culminar recibiendo aparatosos funerales de estado, fama inmortal y derramamiento de lágrimas de todos aquellos que fueron testigos de su santidad en la tierra.

Puedo estar exagerando, pero no demasiado. El aspecto clave de la nueva corriente de biografías de compositores españoles iniciada con la magnífica de Francisco Asenjo Barbieri (1994) del propio Casares es que aúnan un planteamiento académico con una atractiva prosa y unos altos estándares editoriales. La colección del ICCMU incluye ilustraciones evocadoras, copiosos ejemplos musicales, completos listados de obras y –maravilla de maravillas para los usos en España– precisos índices.

Que el libro largamente esperado de Celsa Alonso González alcance sus objetivos en todos estos ámbitos no resulta sorprendente. Sin embargo su atractivo se debe a que no se limita a cubrir el expediente en ellos sino que los supera con creces. En mi opinión éste es un libro muy relevante.

¿Por qué?

Las tocas En primer lugar, por la significación artística de la materia. Aunque no se trata del primer libro dedicado a Alonso, su profundidad, aliento y capacidad de penetración sobrepasan muy ampliamente a la breve y simpática monografía de José Montero para Espasa Calpe de 1987. En dieciocho capítulos organizados con perfecta claridad se nos proporciona un relato detallado y preciso de la vida y la obra del maestro Alonso, incluyendo su importante labor durante varias décadas en la Sociedad General de Autores y otras entidades relacionadas con ella. Celsa Alonso no trata de sobrevalorar ningún área de su creación musical sobre el resto de modo que las incomparables revistas y piezas ligeras del tipo de Las tocas o Luna de miel en El Cairo son abordadas con el mismo respeto y atención que sus zarzuelas en tres actos como La calesera o que los sainetes contemporáneos del tipo de Me llaman la presumida.

Todas las obras escénicas significativas de Alonso, con independencia de su tamaño o escala, son documentadas exhaustivamente en lo que respecta a su génesis, producción y recepción pública y crítica; y son comentadas pormenorizadamente –en algunos casos, contados, de una manera excesiva– desde el punto de vista literario y musical. Los breves comentarios críticos, a pesar de su modesta presentación muestran una discreta agudeza. Celsa Alonso no emite altisonantes opiniones sobre la obra Francisco Alonso pero su claridad lineal deja a éste hablar por si mismo. Ella describe a su biografiado como un hombre atractivo pero a pesar de ello –y del apoyo recibido por parte de sus hijos todavía vivos– su respeto por “el maestro” no cae en una desquiciada reverencia. Francisco Alonso vivió épocas de vertiginosos y acelerados cambios de dirección en lo ideológico –como cualquier artista destacado que eligiera continuar en España tras la Guerra Civil– y tuvo que hacer y sufrir algunas aguadillas para poder sobrevivir. Sus intentos por permanecer alejado de la política desde 1936 en adelante –sorprendentemente exitosos– son descritos de forma objetiva. ¿Cómo se las arregló para lograrlo? Está claro que gracias a la optimista calidez de su personalidad y de su música que emerge en casi cada una de las páginas de este libro y a la que posiblemente hasta los políticos con más tablas no resultaron inmunes.

La picaronaEn segundo lugar, por la significación socio-cultural de la materia. Celsa Alonso pone a la vista toda su mercancía en una pequeña Introducción, donde deja claro que su interés por el compositor no solo radica en su música sino también en el hecho de que su trabajo es una piedra angular en el debate sobre la identidad nacional que dominó las artes en la España del siglo XX. Es una piedra angular porque sus zarzuelas grandes “regionales” como La parranda o La picarona quedan en el lado conservador de ese debato pero sus revistas y sus espectáculos sicalípticos (algunos de los cuales fueron escritos, sorprendentemente durante el franquismo) fueron desvergonzadamente populacheros y libertarios y profusamente provistos de formas de danza norteamericanas y de instrumentación jazzística así como de insinuaciones sexuales. Cualquiera que fuese el signo del gobierno –monarquía liberal, dictadura derechista o república conservadora o izquierdista– Alonso trabajó, trabajó… y trabajó.

Las secciones que describen la interminable crisis política y cultural ante la que Alonso tuvo que vivir están desarrolladas de manera admirable, recorriendo desde el principio de su carrera en el Madrid de la Belle Époque de los años 10 y comienzos de los 20. Después llega la dictadura de Primo de Rivera con sus conflictivos énfasis en la “pureza rural” y su modernización fiscal e industrial. Lo siguiente fue el caos de la Segunda República y por último los primeros años de la era de Franco con su puño de hierro cultural y el retorno a la censura y a la opresión de clero y ejército. El dominio que Celsa Alonso tiene de la historia de la cultura popular es insuperable y ese profundo conocimiento es brillantemente puesto de manifiesto a lo largo del libro.

La zapateritaEl estilo del compositor refleja de forma muy verídica lo paradójico del subtítulo de este volumen, “otra cara de la modernidad”. Conservador en política y arte, a la par que rotario liberal; respetuoso de la tradición musical, pero muy pendiente de los cambios en el gusto popular contemporáneo, del que se erigió en abanderado (casi literalmente si hacemos caso del título del pasodoble “La banderita” perteneciente a la revista Las corsarias de 1919); padre de familia con una reservada vida privada y a la par figura pública que participa en innumerables comités y organizaciones para la gestión y defensa de la propiedad intelectual. En todos los campos Alonso resultó un hombre y un creador atractivo, equilibrado y satisfecho con esa doble faz, bien adaptado para la superviviencia y para la promoción en cualesquiera clima político. Él fue, como la autora recalca, el clásico español moderno y conservador, ya fuera a través de sus revistas contemporáneas o dotando de un giro moderno a la zarzuela histórica como ocurre con la tardía y deliciosa La zapaterita.

En tercer lugar, debido a la significación estética de las preguntas que Celsa Alonso se plantea en el ensayo. Algunas de las páginas cuya lectura más he disfrutado son los momentos donde la autora se relaja suficientemente y se permite reflexionar sobre asuntos colaterales como el –aparentemente perpetuo– mito de la crisis del teatro lírico español durante las décadas de los años 10 y 20; o cuando cuestiona el aserto de Serge Saläun acerca de que Alonso era una de esas figuras burguesas y reaccionarias de los años 30 que trabajó para desacreditar a la Segunda República. Su defensa se fundamenta en la ironía y en la sempiterna tradición española de los juegos de palabras con doble sentido ya sea con intenciones políticas o pornográficas (estrategia esta última compartida, por cierto, con los ingleses). Celsa Alonso tampoco hace asomar una crítica postmoderna de cariz feminista al hablar de los batallones de coristas de los espectáculos sicalípticos ni a la ambigua emancipación femenina presente en las zarzuelas románticas. Da crédito justo a lo contrario: que en cierto modo este retrato de la mujer resulta a la par no realista y económicamente liberador.

Las leandras

Me pregunto si podría haberse ido más alla en esta senda, para discutir la compleja semiótica del “tercer sexo” de espectáculos como Doña Mariquita de mi corazón dirigidos tanto a públicos homosexuales como heterosexuales. La idea de lo carnavalesco sostenida por Bakhtin –la transgresión teatral alegre y cínica de la autoridad y la moralidad– podría haber resultado de ayuda para aliviar cualquier sentimiento de culpabilidad políticamente correcto acerca de estas maravillosas revistas, pero Celsa Alonso prefiere no recurrir a esta estratagema. Quizá sospecha que su libro resulta ya demasiado largo. No obstante, si soltaba un liebre con tales cuestiones socio-estéticas hubiera sido deseable una persecución más larga. Con teatro de esta calidad es difícil aceptar que su tiempo ya ha periclitado. El detallista cuidado con que describe piezas como Las leandras, Doña Mariquita... o Luna de miel... traiciona su supuesta frivolidad efímera; habría deseado leer más análisis de la vida músico-teatral que estas obras todavía tienen para la autora (y para muchos de nosotros) en lugar de que se nos informarara acerca de su significación como objetos históricos y muertos de la cultura popular.

Podría continuar pero creo que he logrado transmitir el entusiasmo que me embarga ante esta larga y bien preparada biografía. Francisco Alonso es mucho más que un mero barómetro de la cultura popular española del siglo XX. En la musicóloga de igual apellido ha encontrado a la persona ideal para examinar su vida y su variada producción. Hay en el libro muy pocas erratas o errores, inevitables en una publicación de estas dimensiones, y algunas de las secciones donde se describen sus obras más tempranas y de menor relevancia (aunque no todas) podrían haberse aligerado. Mis ojos no han llegado a atrofiarse a pesar de la migraña que me ha producido el cuerpo de letra empleado en el texto. Pequeños inconvenientes aparte, este es un magnífico libro, escrito con suficiente lucidez como para resultar de provecho incluso a lectores con un castellano limitado el mío, y que no tiene precio, especialmente por lo que se refiere a los capítulos de contextualización socio-política, para cualquier interesado en la música teatral de la España del siglo XX. ¡Sí!, ya tenemos otro compositor libre de sospecha para tachar en el listado de Agatha Christie.

© Christopher Webber 2015
Traducción española © Ignacio Jassa Haro 2015


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12/IV/2015