Cultivalibros
Una entrañable peculiaridad del mundo de la zarzuela es el cariño y el respeto que suscitan sus divas y divos famosos. El arte que tan generosamente regalan durante sus sólidas carreras profesionales tiene frecuentemente como contrapunto la estima de los aficionados, que nunca se olvidan del placer que un intérprete les ha podido proporcionar a lo largo de los años. Entre los más adorados cantantes del siglo XX se encuentra la soprano segoviana Felisa Herrero. Aunque murió en 1962 el recuerdo de la intérprete que estrenó roles protagonistas de obras como El caserío, La villana, La marchenera, La rosa del azafrán y la que quizá sea su más celebrada creación, La chulapona (como Rosario, la del "pañuelito blanco"), permanece todavía fresco en la memoria de muchos, entre ellos su hermana pequeña y su cuñado. Ambos (que afortunadamente todavía están entre nosotros) han facilitado el acceso al archivo familiar a nuestro leal entrevistador Pedro Gómez Manzanares, y lo que es todavía más importante, el acceso a sus propias memorias. Esto, sumado a dos años de incansable investigación le ha permitido rendir un homenaje que es mucho más que un mero recuerdo cariñoso de "nuestra Felisa". El libro hunde sus raíces en un pequeño artículo publicado por su autor el año 2002. Dedica varios capítulos a los orígenes de la cantante y de su familia, a su formación y a sus primeras apariciones en público, que sirven de introducción al meollo del texto, que es un metódico catálogo de las actuaciones de Herrero desde 1918 hasta su retirada en 1953. Incluye capítulos dedicados a sus giras americanas y a su exilio en América de 1937 a 1946, concluyendo con una breve sección que da detalles de su muerte y de los obituarios que se le dedicaron. Continua con un breve pero muy emotivo epílogo, una lista de sus estrenos de zarzuela y de sus grabaciones, y por último y lo mejor de todo, una rica sección iconográfica que incluye ingeniosas caricaturas publicadas en la prensa y algunas bellas (e inéditas) fotos procedentes del archivo familiar. Manzanares no ha aspirado a que el libro se deba leer de cabo a rabo sino como una obra de referencia mayor, que se sustenta en un minucioso estudio de fuentes hemerográficas originales y de otros documentos. Y este trabajo lo ha desempeñado bien. Su más importante descubrimiento tiene que ver con la fecha de nacimiento de Herrero; ha demostrado que fue el 21 de septiembre de 1903 y no de 1905 como todas las anteriores obras de referencia (¡incluyendo esta página web!) declaraban. ¿Creen ustedes que alguna soprano de nuestros días mucho más liberada no estaría tentada a quitarse dos años? Felisa Herrero pertenece a ese selecto grupo de sopranos cuya voz y estilo interpretativo es reconocido de inmediato. Escuchándola cantar en el dúo de Katiuska (grabado poco después del estreno junto a Marcos Redondo y una de sus más emocionantes grabaciones) podemos oír a una vigorosa y potente soprano spinto que nunca temió asumir riesgos. Ella es probablemente la cantante que mejor se podría motejar como la Callas española algo que no debe resultar sorprendente ya que una de sus primeras mentoras y protectoras fue la profesora de esta última, Elvira de Hidalgo. Pedro Gómez Manzanares ha honrado la memoria de Felisa con un libro que merece un lugar en la biblioteca de cualquier amante de la zarzuela ya sea en España o fuera de ella. © Christopher Webber
2011 |