Rolando Villazón "con el corazón"
Rolando Villazón

Madrid, Teatro de la Zarzuela
28 de abril de 2008


una crítica de   Paolo Cascio


Entre cielo y mar

Dentro del ciclo Músicas para un bicentenario, ha actuado Rolando Villazón acompañado de la Orquesta de la Comunidad de Madrid dirigida por Daniele Callegari. Concierto partido en dos, la primera parte se ha compuesto de arias de óperas italianas y la segunda de romanzas de zarzuela.

Ponchielli y Cilea han sido los autores que Villazón ha elegido como homenaje a la ópera, y a su último disco recién salido, Cielo e mar. Siempre es un placer escuchar el timbre lleno, redondo y al mismo tiempo luminoso de un tenor como Villazón aunque a veces se tiene la impresión de oír la fotocopia de Domingo, sobre todo en la impostación técnica del registro agudo, un modelo que todavía nos gusta. Es sabido que Villazón tuvo que anular todos sus compromisos en la segunda mitad del 2007; no es importante ahora indagar qué razones le obligaron a ello, los resultados son los que cuentan, y ver con qué vigor y poderío ha retomado los escenarios es un signo que nos hace esperar aún grandes cosas.

Debutando en el repertorio pre-verista el cantante ha demostrado saber moldear su potente volumen sonoro hacia el canto drammatico sin excesos o pérdida de buen gusto. Las arias de Ponchielli y Cilea piden un canto incandescente e intraquilo, con repentinas subidas hacia la zona aguda y bajadas en largas frases musicales ligadas en las que es muy fácil perder el control de la tensión; una estética de canto maravillosa que, desarollada sin cuidado, puede matar (vocalmente) al cantante más talentoso. “Tenda Natal” (de la ópera de Ponchielli Il figliuol prodigo, desconocida pero con calidad) y “Cielo e mar” (de La Gioconda) han sido elegantes, bien calibradas y sobre todo ajenas a cualquier tipo de exageración. “La dolcissima effige” y “L’anima ho stanca” de Adriana Lecouvreur de Cilea, no obstante la alta calidad de ejecución, han quedado afectadas por una incertidumbre interpretativa (casi parecían sacadas de un ciclo de lieder que de una ópera.) También hay que subrayar cómo en esta primera parte la orquesta no se comprometió mucho para conseguir aquel color lánguido y sensual tan típico de las óperas italianas tardorrománticas. Villazón ha cantado esta parte italiana más con cerebro que con corazón, midiendo con mucha atención la respiración y teniendo mucho cuidado de conseguir una uniformidad de registro; lo que todavía le faltaba era un poco de implicación, de verismo, precisamente.

En la segunda mitad del concierto, la parte spagnola, Villazón empezó a cantar con el corazón y la orquesta a animarse en colores y brillos bajo un director mucho más inspirado. La Canción Guajira (de La alegría del batallón) fue verdaderamente una feliz canción de batallón, ligera y graciosa. “Ya mis horas felices” (de La del soto del Parral) resultó una gran lección de musicalidad en la que Villazón supo enseñarnos su altísima técnica del ligado. “Madrileña bonita” (de La del manojo de rosas) –la más dominguiana de sus interpretaciones– olía verdaderamente a hierbabuena por la frescura con que Villazón construyó y condujo la melodía. El programa concluyó con “No puede ser” (La tabernera del puerto), un triunfo. Nos concedió como bis “Quando le sere al placido” de Luisa Miller; le salió digna, aunque no lo vemos como el Rodolfo de nuestros sueños. De todos modos los aplausos fueron redondos; el público se quedó muy satisfecho y regaló al tenor una merecida ovación.

© Paolo Cascio 2008


Músicas para un Bicentenario: Rolando Villazón, tenor; Orquesta de la Comunidad de Madrid; Daniele Callegari, director. Programa. Primera parte: Mascagni: L’Amico Fritz (Intermezzo); Ponchielli: Il figliuol prodigo (“Il padre!”–“Tenda natal”); Cilèa: Adriana Lecouvreur (Intermezzo); Cilèa: Adriana Lecouvreur (“La dolcissima effigie”); Cilèa: Adriana Lecouvreur   (“L'anima ho stanca”); Ponchielli: La Gioconda (Preludio); Ponchielli: La Gioconda(“Cielo e mar”). Segunda parte: Serrano: La alegría del batallón (Canción Guajira); Soutullo y Vert: La del soto del Parral (“Ya mis horas felices”); Giménez: La boda de Luis Alonso (Intermedio); Sorozábal: La del Manojo de rosas (“Madrileña bonita”); Chapí: El tambor de granaderos (Preludio); Sorozábal: La tabernera del puerto (“No puede ser”)


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portada de zarzuela.net

12/VI/2008