El gato con botas (New Victory Theatre Nueva York 2010)
El gato con botas

New Victory Theatre, Nueva York
(9 de Octubre de 2010)

Una crítica de   Richard Traubner


La pasada temporada la Gotham Chamber Opera que dirige Neal Goren presentó una deslumbrante representación de Il Mondo della Luna de Haydn en el mejor de los lugares posibles, el Hayden Planetarium. Con.las constelaciones proyectadas sobre la pantalla abovedada y una escenografía sencilla pero ingeniosa que caricaturizaba el paisaje lunar, la producción fue una de las sensaciones de la temporada.

La compañía se ha superado este curso a sí misma con una fabulosa presentación de la ópera infantil El Gato con Botas (1948) del compositor catalán Xavier Montsalvatge, basada en el cuento de Charles Perrault Le Maître chat.

Originalmente estrenada en el Gran Teatre del Liceu, la presente producción emplea una orquestación reducida (preparada por Albert Guinovart bajo supervisión del compositor) lo que no implica que se haya escatimado nada en la puesta en escena, que mantiene encantada durante aproximadamente una hora de espectáculo a una variopinta audiencia que incluye a niños, adolescentes y adultos.

En coproducción entre el Tectonic Theater Project (de EE.UU.) y el Blind Summit Theatre (del Reino Unido), el director Moisés Kaufman ha conseguido una deliciosa y graciosísima versión del popular cuento presentada en uno de los teatros más elegantemente restaurados de Broadway, el New Victory. Construido en 1900 por Oscar Hammerstein (tío del célebre letrista) este teatro fue un importante lugar de exhibición de espectáculos de variedades durante los años treinta y cuarenta del siglo XX.

El gato con botas (New Victory Theatre Nueva York 2010)

Empleando marionetas al modo de los Bunraku de Japón, con los titiriteros visibles sobre el escenario vestidos con traje oscuro, una larga lista de fascinantes personajes tomaron vida de un modo muy vistoso a la par que desternillante: El propio Gato titular, resplandeciente en su capa y espada, una serie de conejos, un rey enano y sus chiflados cortesanos o, el más impresionante de todos, un ogro gigantesco formado por seis secciones, que sufría increibles contorsiones y metamorfosis, gracias a la pericia de los titiriteros.

También vestidos de negro —aunque con trajes regionales españoles— estaban los cantantes que representaban al Gato y al ogro; Ginger Costa-Jackson y David Salsbery Fry cantaron estos dos papeles con unas voces que resultaron brillante y sepulcral respectivamente. (Yo asistí a una función interpretada en castellano, con sobretítulos en inglés.) Steven LaBrie fue un apuesto molinero convertido en marqués (gracias al gato), Valerie Ogbonnaya una adorable princesa y Peter Castaldi un divertidísimo rey, todos ellos haciendo gala de unas excelentes voces.

La sucesión de efectos divertidos parecía no tener fin, desde el Gato acicalándose hasta los conejitos saltando (y huyendo del cuchillo del carnicero), o desde la descripción de la vida submarina con varias especies predadoras al cómico salto al océano por un molinero de tamaño natural en ropa interior tras el cual una versión en miniatura aparecía haciendo contorsiones por salvar su vida. El decorado simple pero colorido de Andromache Chalfant y los locos figurines de Clint Ramos fueron espléndidamente iluminados por David Lander, quien remató su tarea en la escena final iluminando el palacio encantado del ogro con multitud de tubos halógenos.

La partitura de Montsalvagte refleja las variadas tendencias musicales europeas de la primera mitad del siglo XX, sin abandonar la característica distinción catalana en la música con un toque popular e infantil. Los números románticos, que incluyen un precioso dúo para los amantes, así como una canción donde se lée un carta de declaración, están bien equilibrados por unas vivaces partes cómicas que hicieron las delicias del público de forma permanente. A mi parecer ninguna otra versión tipo pantomima de El gato con botas ha sido jamás compuesta con tal distinción sonora y belleza melódica. Y las escenas de la “transformación” están escritas con una inteligencia comparable a la de cualquier gran creación lírica.

Aunque no se trate, por supuesto, de una zarzuela, el componente cómico se halla aquí quizá más acentuado que en muchas zarzuelas. Si a eso unimos la rareza de ver una obra de teatro musical español de cualquier tipo en Broadway y la impresionante calidad de la producción se entenderá nuestro entusiasmo por este montaje . Lamentamos que la producción solo haya permanecido en escena una semana: podría y debería hacer sido exhibida mucho más tiempo para deleite del público.

© Richard Traubner 2010
Traducción española © Ignacio Jassa Haro 2010


[Ed. Es un auténtico placer dar la bienvenida al ilustre escritor Richard Traubner en calidad de colaborador de zarzuela.net. Esperamos que esta no sea más que la primera de muchas otras ocasiones en que participe en nuestro portal.]


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20/XII/2010