En apenas dos semanas hemos podido disfrutar en Madrid de sendas recuperaciones de dos zarzuelas en el olvido. El motivo de que escribamos una reseña conjunta para ambas es que, a pesar de lo diferente de sus puntos de partida o, por supuesto, de la naturaleza de los títulos, los artistas y productores implicados en los dos proyectos han sido prácticamente los mismos: la familia Marco- Font- Moncloa al completo. Dos recuperaciones, pero ¡qué diferente resultado…! El día de Reyes, producida por Ópera Nova Producciones, es un nuevo descubrimiento de género ínfimo, ¡con todo lo que ello implica! Machicha, pasodoble, chotis, mazurca… ¡el delirio! Una pieza de un jovencísimo Manuel Penella en la que derrocha gracia e inspiración por los cuatro costados. El libro de Manuel Moncayo ofrece jugosas posibilidades escénicas aunque hay que reconocer que no quedaron del todo solucionadas pretendiendo ofrecer una versión de la obra muy para niños y aliviando aquellos aspectos espinosamente subidos de tono. No obstante se respetó el espíritu políticamente incorrecto de la obra y su género y ni el rey Don Juan Carlos, ni Zapatero, ni el alcalde de Madrid, Gallardón, ni Mariano Rajoy, lider de la oposición derechista, quedaron indemnes a los sagaces cuplés políticos del Don Nicanor. El encanto de tan deliciosa obra no quedó empequeñecido por las interpretaciones quizás algo manidas en lo actoral aunque magníficas en lo canoro. No podemos olvidar a ninguno de tan eficiente equipo: Mario Villoria y Aurora Frías, emocionantes, el suculento terceto de féminas, Hevila Cardeña, Amanda Serna y Gleisy Lovillo, y esas tres patas pa´un banco que son, Carlos Crooke, Lorenzo Moncloa y Carlos Pardo, este último, a su vez, director de escena. La directora Montserrat Font Marco, insufló una alegría desbordante a una orquestina de unos quince músicos y mayores y niños salieron gozosos de unas funciones en las que Madrid volvió a impregnarse de la magia retozona de un género, el ínfimo, del que estamos ansiosos por devorar más obras. Harina de otro costal es El molinero de Subiza. Zarzuela romántica de argumento heroico entre nobles caballeros y delicadas damas en la Navarra del siglo XII. La grandeza y estética de los lienzos de Moreno Carbonero junto a la inspirada melodía del Meyerbeer de Les huguenotes y la aristocrática técnica del Verdi marcial de Nabucco o de I lombardi. La mejor tradición de la zarzuela romántica –con sus aderezos galos e italianos– en pos de un auténtico drama musical-nacional. Sin embargo, el corte de grandeza y la dificultad técnica de un título como éste, digámoslo con sinceridad desde el principio, les ha quedado grande a la Compañía Dolores Marco. En su innovadora propuesta Calipso-El joven Telémaco, bajo dirección de Ángel Roger y versión de Pedro Víllora, la misma compañía consiguió re-inventar el género bufo para un público del XXI… Para esta propuesta de El molinero de Subiza la dirección escénica de Mariano Feria ha pretendido todo lo contrario: zarzuelón del siglo XIX para público con mentalidad decimonónica. ¿Qué complejo se tiene con los clásicos? El Molinero es un título de 1870 y el Telémaco de 1866, clásicas ambas, desconocidas ambas. No es que se trate del género romántico, no es que el libreto del Molinero sea trasnochado, que no lo es, siendo un título de fineza poética y argucia dramática digno de competir con un Duque de Rivas; es la perspectiva fallida, el enfoque erróneo. Pocos ensayos, desigual escenografía, mala pronunciación del verso. De todas maneras hemos de tener en cuenta que era el día del estreno y es probable que cuando el montaje ruede se vaya puliendo poco a poco y pueda resultar de mayor efectividad. No podemos tampoco negar la corrección y belleza del vestuario clásico e historicista de la Sastrería Cornejo así como unas más o menos interesantes proyecciones narrativas de fondo, aunque a estas alturas muy trilladas. El punto que acabó de desmoronar una función que empezó bien y que se fue desinflando a medida que avanzaba fue el musical. No se puede permitir presentar una obra de este tipo con una orquesta de apenas doce músicos y sólo cuatro cuerdas –todas ellas violines–. Desafinaciones que dolían al oído, poca coordinación foso-escena, cortes escandalosos en la partitura, un famélico coro de ocho miembros… Cuando suceden estas cosas, es triste insistir, pero son Oudrid y la memoria de su Molinero de Subiza los que salen peor parados. Para terminar debemos nombrar entre los intérpretes el buen hacer de Enrique Ruiz del Portal, siempre excelente aunque en esta ocasión no ha podido doblegar su arte a una dirección segura, Carlos Crooke, como simpático cronista Langustino, nobles el Pelegrín Castellezuelo de Mario Villoria, el Melendo de Mario Rodrigo y el Rotrón de Ricardo Muñiz. Del dúo protagonista destacaremos la eficiencia de Hevila Cardeña y pasaremos muy por alto el Gonzalo de Carlos Pardo, decididamente fuera de lugar. Mis palabras sobre El molinero de Subiza suenan duras, es cierto, pero sirvan desde aquí como impulso y ánimo para mejorar los aspectos criticados y poder mantener el buen hacer iniciado por la Compañía Lírica Dolores Marco en el verano de 2006 con su inolvidable Calipso. La compañía con producción de María Dolores Font sabemos que puede; todos esperamos mucho de ella. © Enrique Mejías García 2008 El día de
Reyes , apropósito en un acto. Libro: Manuel Moncayo.
Música: Manuel Penella. Reparto: Rosita – Aurora Frías;
Juanito – Mario Villoria; Bartolo – Carlos Pardo; Luisa –
Hevila Cardeña; Pepe – Lorenzo Moncloa; Toribio – Carlos
Crooke; Carmen – Amanda Serna; Concha – Gleisy Lovillo. Orquesta de
Cámara Ópera Nova. Montserrat Font Marco ( dir. mus.); Carlos
Pardo ( dir. esc.); Isabel García (escenografía e
iluminación); Amelia Font (diseño de vestuario); Aurora
Frías, Montserrat Font, Carlos Pardo (coreografías); Nueva
producción de Ópera Nova. in English 24/I/2008 |