Emilio
Casares
Rodicio



Ignacio Jassa Haro


( Madrid,
20 de marzo de 2007)

Emilio Casares Rodicio
Emilio Casares Rodicio


En la sala Joaquín Rodrigo del palacio de Longoria –un bello edificio modernista proyectado por José Grases Riera que es una auténtica rareza arquitectónica en Madrid– soy atentamente recibido por el profesor Emilio Casares Rodicio, catedrático de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU). Este edificio, que fue adquirido en 1950 por el compositor Jacinto Guerrero para ser sede de la Sociedad General de Autores (una de las cuatro instituciones que crearon en 1991 este instituto musicológico), alberga el impresionante archivo lírico de dicha sociedad a cuyo estudio científico dedica gran parte de sus esfuerzos el propio ICCMU.

¿Podría hacer una valoración de la labor musicológica desarrollada en el campo de la zarzuela por usted y por la institución que rige?

Bueno posiblemente no sea la persona más indicada para valorar una tarea, no ya mía, sino del Instituto que dirijo. Lo que hemos hecho en todos estos años en relación a la zarzuela ha sido, antes de nada, dirigir una mirada a esta realidad artística con un nuevo enfoque científico; hasta hace poco más de quince años todo lo que se había escrito sobre zarzuela tenía un carácter divulgativo (pequeñas biografías o historias del género) y los montajes escénicos que se realizaban estaban casi siempre en manos de compañías aficionadas. A través de diversas tesis doctorales como la de Encina Cortizo sobre los orígenes de la zarzuela romántica, la de Luis G. Iberni sobre Chapí, la de Víctor Sánchez sobre Bretón o mi propia biografía sobre Barbieri se ha empezado a crear un fondo bibliográfico moderno sobre la materia. El congreso celebrado en 1995, del que se publicaron las actas poco después continuaba en esa línea. Por otro lado se acaba de terminar de catalogar el fondo de partituras del archivo lírico de la SGAE de Madrid y en un futuro próximo publicaremos el catálogo que ahora mismo está en la fase de corrección; los fondos de los archivos de Barcelona y Valencia también se darán a conocer próximamente. De este modo podremos saber con precisión con qué obras contamos.

También hemos posibilitado a través de nuestra tarea editorial que se disponga de partituras orquestales de las más importantes zarzuelas del repertorio, algo que hasta hace poco era una quimera pues los materiales estaban llenos de cortes, cambios de orquestación y demás alteraciones y ni siquiera había una parte de dirigir, teniendo que usarse para ese propósito las reducciones para canto y piano. Además hemos fijado nuestra atención sobre obras menos conocidas como El juramento de Joaquín Gaztambide, que sorprendió positivamente por su extraordinaria calidad o Las bribonas que este año se va a representar en el Teatro de la Zarzuela. Esta segunda tarea tiene como propósito ampliar el panorama de obras programadas por los teatros; y es que en el mundo de la zarzuela ocurre más o menos como en el de la ópera –donde se dá la “vergüenza” de que los teatros sólo representen 100 títulos de entre los más de 45.000 que se conservan–. Hoy en día se puede saber con criterios científicos (estudiando la partitura y el libreto) si una obra puede tener interés para ser representada, por lo que no hay que tener miedo de sacar cosas nuevas, algo que los teatros, como el de la Zarzuela de Madrid, no acaban de decidirse todavía a hacer.

Un último logro importante de este Instituto ha sido la edición del Diccionario de la Zarzuela. España e Hispanoamérica, obra de la que se sacó una tirada de 4.500 ejemplares que se agotó en menos de un año, por lo que nos hemos visto obligados a sacar una nueva edición corregida y aumentada. En conclusión y aunque queda muchísimo trabajo por hacer, podemos valorar positivamente la tarea realizada en todo este tiempo.

¿Qué líneas de trabajo tiene actualmente abiertas el ICCMU?

El Instituto edita entre 15 y 20 partituras al año. Trabajamos en tres sentidos. Por un lado la edición de clásicos que todavía no tienen partitura de dirección (ahora mismo, por ejemplo, estamos haciendo La legió d’honor de Martínez Valls, obra muy representa en Barcelona). En segundo lugar nos dedicamos a editar obras desconocidas; en estos momentos trabajamos por ejemplo en Covadonga de Bretón o en De Madrid a París de Chueca con motivo de su centenario en 2008 (y a petición del Teatro de la Zarzuela, que como ve también provoca, a veces, la reforma), o en una obra muy importante de Fernández Caballero El salto del pasiego. Se trata de obras que no ha oído nadie en nuestros días. Finalmente en los últimos tres años hemos trabajado mucho en la edición de óperas desconocidas que a la vez han sido en cierto modo clásicos. Actualmente se trabaja en La guerra de los gigantes de Sebastián Durón, en Cristoforo Colombo de Ramón Carnicer (una obra impresionante), en La mort du Tasse que escribiera Manuel García para la Grand Opéra de París (probablemente para hacerla en el Teatro de la Maestranza de Sevilla) y en Pompeo Magno in Armenia de Francisco Javier García Fajer. Tenemos nueve o diez óperas con fecha de estreno, bien   representadas, bien en concierto. Por otro lado se lleva a cabo una revisión de ediciones para canto y piano para cantantes, tanto de estas obras editadas completas como de otras.

¿Y al margen de la línea editorial del instituto qué campos de investigación están ahora mismo en marcha?

En estos momentos estamos haciendo una biografía científica de Federico Chueca –¡por fin una obra larga y seria!–, preparando el centenario. Estamos también desarrollando una labor de más volumen en relación a otro centenario, en este caso no zarzuelístico, el de Sarasate. El año que viene saldrá una biografía de Martín y Soler, del que tampoco existe una monografía científica seria, a cargo del doctor Waisman. Además estamos a punto de presentar una tesis doctoral desarrollada en los últimos cuatro años sobre Rafael Hernando, que dará lugar a la correspondiente monografía; es un tema importantísimo puesto que se trata de uno de los generadores de la zarzuela romántica del que hasta el momento no sabíamos nada.

Palacio de Longoria - Sede de SGAE y del ICCMU
Palacio de Longoria - Sede de SGAE y del ICCMU

¿Y qué nuevos proyectos les esperan en un futuro próximo?

Yo con el trabajo de cada día tengo suficiente. Pero en cualquier caso el año 2009 se celebrarán los centenarios de Chapí y Albéniz, y el Instituto intenta hacer un congreso importante sobre Chapí o incluso sobre ambos. Tenemos una biografía, necesarísima, de Fernández Caballero en ciernes y otra muy importante de Oudrid, otro desconocido. Además hay una larga lista de zarzuelas y óperas pendientes de recuperar: Elena e Malvina de Carnicer (probablemente su mejor ópera), Odio ed amore de Marià Obiols (ópera estrenada en la Scala de Milán en 1837 y cuya partitura, que hemos estado buscando durante más de veinte años y que acabamos de encontrar, es muy buena) y como mínimo otras veinte zarzuelas clásicas importantes de las que no existe edición crítica. Insisto en la importancia de estas ediciones, como forma de velar por el repertorio y asegurar que se hace respondiendo a la mentalidad de los autores; además de que son una herramienta imprescindible para los directores de orquesta y de escena. Como ve hay trabajo para muchos años.

Aproveche estas líneas para decir qué hace falta para que esa labor sea más grande, ¿más dinero?, ¿más conocimiento y comprensión de la tarea realizada por parte de las autoridades o de la sociedad?

Bueno yo no me quejo, nunca me he quejado. Y pido poco. Yo no necesito más dinero porque tengo el que necesito para llevar a cabo mi trabajo. El Instituto en estos momentos no se basa en ayudas estatales sino que genera él sus propios recursos, lo que para mí es el ideal de cualquier empresa. Por supuesto que es muy bienvenida la ayuda de los cuatro socios maravillosos del ICCMU, que son el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid, la Sociedad General de Autores y Editores y mi universidad  [la Complutense de Madrid] pero el Instituto vive en buena parte de sí mismo.

Yo estoy contento con la ayuda que tengo pero no sólo de las ayudas monetarias sino también de las ayudas morales, que yo estimo más, por parte de los socios del Instituto. Pero creo que la sociedad tiene que hacer bastante más por la zarzuela de lo que está haciendo. A mí me parece que hay poca inversión en la zarzuela. Hay que sacarla a Europa y a América, como se hace con la pintura o con las obras de teatro. Tenemos un activo cultural impresionante que necesita ayudas de las empresas, de las autonomías, de la sociedad española en general, para mejorarlo y extenderlo.

Emilio Casares Rodicio

Emilio Casares hace toda una disgresión sobre “público de zarzuela Vs público de ópera”, estimando que el primero quintuplica en España al segundo, lo que le lleva a reivindicar la importancia cultural que actualmente tiene la zarzuela en nuestro país. En este sentido valora como especialmente positiva la labor desarrollada por el Teatro de la Zarzuela que desde la llegada de José Antonio Campos Borrego (iniciador de un modelo de trabajo luego seguido por Emilio Sagi, Javier Casal, él mismo de nuevo y finalmente Luis Olmos) ha generado una exigencia de excelencia artística nueva hasta ese momento en el público de zarzuela.

¿Cuál es la relevancia de contar con ediciones críticas de una zarzuela?, ¿se nota un aumento en la demanda de la obra cuando se saca su edición?

Bueno en relación a los clásicos donde la demanda ya existía, es difícil comprobar el efecto de una manera inmediata; habrá que esperar a que pasen al menos diez años. Sin embargo en el caso de los “desconocidos” la demanda cambia de cero al infinito, pasando a convertirse en auténticos “productos culturales”. De hecho muchas de estas obras (por ejemplo Don Giovanni Tenorio de Carnicer) han generado una grabación discográfica después de su edición. Pero incluso para los clásicos también se nota ya el efecto: Cuando la Scala milanesa programó Luisa Fernanda, se dudaba entre esa obra y Doña Francisquita; lo que hizo que se decidieran por la primera fue el simple hecho de que tenía partitura de dirección, algo que la segunda tardó un año en tener.

Llegado este punto, el profesor Casares interrumpe su respuesta para hacer un inciso con el que recalcar la importancia del proceso de edición, auténtica piedra angular de la labor musicológica desarrollada por el Instituto. En una mesa de su despacho me muestra la recién terminada partitura de Il califfo di Bagdad de García, dispuesta para ser enviada en breve al clavecinista Christophe Rousset en París, quien va a dirigir su estreno en tiempos modernos en la inauguración de la próxima edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Emilio Casares insiste en el enorme trabajo que lleva editar una partitura. Por ejemplo, La conquista di Granata de Arrieta, recuperada el año pasado para el Teatro Real tiene más de 700 páginas (para que nos hagamos una idea es un poco más larga que La traviata).

¿Nos puede adelantar algunas otras publicaciones venideras?

Para el año 2008 o 2009 esperamos poder publicar la tesis doctoral de María Encina Cortizo sobre el origen de la zarzuela romántica (desde 1830 hasta la apertura del Teatro de la Zarzuela). Además en nuestra colección “Retornos” vamos a reeditar una de las historias “clasiquísimas” de la música española, la mítica obra de Soriano Fuertes.

La revista Cuadernos de Música Iberoamericana, órgano de expresión del ICCMU, ha sido refundada hace no mucho. ¿Tendrá cabida la zarzuela en esta nueva etapa?

Cada número de esta publicación semestral dedica siempre espacio a los trabajos sobre zarzuela. En el próximo ejemplar aparecerá un artículo sobre el origen de la zarzuela en Uruguay (un tema sobre el que no hay nada escrito); se trata de un trabajo que ha llevado mucho tiempo y que se ha hecho a partir de documentación inédita que nos va a permitir explicar una cuestión muy importante: cómo caminó la zarzuela en este país.

Y ya que alude a América, ¿cómo puede el ICCMU estudiar y ayudar a conocer los repertorios de zarzuela no españoles (Cuba, Filipinas, México, Argentina…)?

Bueno, eso es algo complicado. Nosotros ya hemos colaborado en esa tarea a través de nuestras dos grandes obras de referencia, el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana y el Diccionario de la Zarzuela. España e Hispanoamérica. Con ellas hemos descubierto cuáles son los compositores, los libretistas y los cantantes de América. Pero claro, es muy difícil que nosotros podamos recuperar una zarzuela hecha, pongamos por caso, en Argentina, teniendo aquí tantos productos maravillosos sin sacar a la luz.

Pero yo le doy la vuelta a su cuestión y me pregunto por qué no explotamos más la gran afición a la zarzuela que hay en América, tan grande o mayor que la española. Sería deseable que el Teatro de la Zarzuela tuviese dos compañías, la fija en Madrid y la ambulante que hiciese lo que se hizo siempre, ir a Buenos Aires, Santiago de Chile, Ciudad de México…. Hace dos años, con el quinto centenario de El Quijote la compañía de la Zarzuela fue a México y fue una auténtica eclosión, algo tremendo…

El profesor Casares cree que el modelo de exportación de Luisa Fernanda (en triunfal gira por varios teatros de ópera internacionales de primera línea) puede volver a repetirse con éxito en obras como El barberillo de Lavapiés, a su juicio genial modelo de música hispana, o con cualquier combinación de dos joyas del género chico (como por ejemplo La revoltosa y La Gran Vía).

¿Qué nos diría como conclusión final de todo lo que hemos abordado?

Pues lo que sí que he de reconocer es que el Instituto que yo dirijo (donde insisto que no estoy yo sólo puesto que en él trabajan muchas personas) ha contribuido a que en los últimos 15 años se haya producido una auténtica dignificación de la zarzuela.

Enhorabuena por su magnífica labor en pro de la zarzuela y muchas gracias por dedicarnos su tiempo.

© Ignacio Jassa Haro 2007


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portada de zarzuela.net